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Héctor Esteban

El francotirador

Regeneración democrática YA


La distancia entre la política y el interés general se abre cada día más como una “i griega” infinita. La cola del paro, los desahucios, los rescates bancarios, los sueldos indecentes para dilapidadores públicos, los enchufes, los cargos vitalicios, las comisiones ensobradas y el chocolate suizo llaman a gritos a una regeneración democrática para alumbrar no sé si una sociedad más justa, pero sin duda sí que más limpia. La regeneración democrática pasa por claves que he escuchado a gente de uno y otro partido. Unas bases en las que muchos están de acuerdo y sobre las que debería circular el nuevo orden político al que crisis y corruptelas nos han abocado.

  1. Limitación de mandatos en cargo público. Debe de ser pilar fundamental para salvaguardar la esencia de la democracia. Una regeneración que pasa por fijar en ocho años el máximo de tiempo en el que una persona puede ostentar el mismo cargo. Si posteriormente quiere volver a presentarse, debería estar un mínimo de cuatro años en barbecho y demostrar que en el impasse ha sabido ganarse las habichuelas al margen de la política.
  2. Listas abiertas. Que cada ciudadano pueda elegir a sus representantes. Evitar que los partidos impongan sus nombres. La mayoría de edad de la democracia española permite al ciudadano elegir siglas y nombre. La regeneración debe de pasar por las propias sedes. El político se ganaría el voto por su trabajo.
  3. Cambio de sistema electoral. La ley d’Hondt para el reparto de escaños quizá no sea la más justa en estos momentos. Se adoptó para garantizar gobiernos fuertes tras la transición pero favorece las mayorías absolutas. Además, el sistema de reparto es injusto al premiarse los votos por provincia. Partidos con mayor respaldo electoral en España luego tienen menor representación frente, por ejemplo, a nacionalismos fuertes en determinados territorios. El Congreso no es una Cámara autonómica. El voto de un ciudadano debe de valer lo mismo.
  4. Fin a las subvenciones a los partidos. Con dinero público no habría que financiar la actividad de las formaciones políticas. Que vivan de sus cuotas y donaciones supervisadas bajo el estricto control legal y del Tribunal de Cuentas. Aquí, en Valencia, en 2012 se repartirán casi 6 millones de euros.
  5. No a la dualidad de cargos. Que en ningún caso un político pueda ser a la vez alcalde y diputado, por ejemplo.
  6. Prohibir la recolocación. Evitar que un diputado que deje de ir en listas o no sea reelegido pueda ser recolocado en la maraña del segundo escalón de la Administración.
  7. Transparencia en la declaración de bienes. Que los cargos que tienen que hacer públicas sus actividades y patrimonio detallen hasta el último euro. Muchos salvan la obligación a granel. Ejemplos de buenas prácticas han sido los del popular José Marí Olano y el socialista José Camarasa, que especificaron hasta el dinero de la hucha del niño.
  8. Sueldos dignos para políticos dignos. La retribución debe estar al nivel de la responsabilidad. Y los políticos también. Hay que poner fin a los cargos de baratija con falta de preparación.
  9. Asesores al margen de las siglas. En ningún caso puede haber personal de confianza afiliado, con lazos familiares y sin conocimientos específicos para el cargo. Acabar con la lacra de los enchufados.
  10. Medios públicos plurales. Garantizar la objetividad y la pluralidad  en las informaciones de todos aquellos medios pagados con dinero público.
  11. Prohibida la colocación en grandes firmas. Por un lado, prohibir que los políticos se coloquen con sueldos millonarios en grandes empresas que tengan aspiraciones públicas. El mismo ejemplo sirve para los bancos tras los Rato y Olivas. Que los partidos no elijan a parte de los consejeros de las entidades de crédito. De la misma manera, vetar la contratación de familiares.
  12. Fin de privilegios. Buenos sueldos para los cargos públicos dignos con el fin de suprimir prebendas como pluses para pisos, factura del móvil, aparcamientos y peajes gratuitos, dietas desorbitadas…
  13. Experiencia previa. Evitar el oficio de político. Que nadie salte a la arena del hemiciclo por tener carné de partido. Cargos con recorrido y bagaje. No postadolescentes aleccionados en las ramas juveniles.
  14. Participación ciudadana. Abrir puertas al ciudadano en la decisión y articulación de las leyes. Hacer normas efectivas, directas y claras. En ningún caso leyes a peso.
  15. Suspensión de cargo público. A la apertura de juicio y si son declarados culpables, condenas ejemplarizantes para evitar futuras tentaciones por empatía.

Por Héctor Esteban

Sobre el autor

Periodista. Me enseñaron en comarcas, aprendí en política y me trastorné en deportes. No pretendo caer bien. Si no has aparecido en este blog, no eres nadie.


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