Seguir a @hesteban15Un hombre desnudo por la calle San Vicente de Valencia. Entre el Miguelete y la plaza del Ayuntamiento, donde ya se ha plantado el tradicional árbol de Navidad, suele pasear cada día un tipo joven ajeno a las guirnaldas de temporada. Desafía al frío por encima de todas las cosas. Por el centro de la ciudad, recorrido turístico por excelencia, deambula muestro Adán. No le teman. No hace nada. Vive en su propio paraíso. Ayer, por ejemplo, paseaba a gritos con una almohada enmohecida debajo del brazo con su particular lamento en voz alta. Otros días, según cuentan algunos testigos, pasa en calzoncillos, con los pies descalzos, en calcetines… según amanece. Casi siempre a la misma hora. Tiene planta. Kilométrica. Al borde de los dos metros. Rubio. Con barba platina. Se lamenta en lengua extranjera. En un idioma venido del frío. En su particular locura… o cordura, quién sabe.
El hombre desnudo no es un desconocido. Ha llegado a la calle San Vicente, a pleno centro de Valencia, desde el Puerto de Sagunto. Allí, a principios de octubre las quejas vecinales obligaron a que la Policía Local interviniera para aconsejarle recato en la vía pública. Lograron que se colocara una toalla. No se le puede detener. Vive en su mundo particular.
La gente, anestesiada ya en una sociedad en crisis, deja hacer a nuestro Adán. Desnudo o vestido.
Recuerden una cosa: no es peligroso ni violento. No se mete con nadie. Sólo necesita ayuda.