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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

La Ciudad de las Artes y de las Ciencias patrocina Sálvame

“Chichi lavado, chichi estrenado”

Belén Esteban

 

Por si la imagen de ‘Tómbola’ asociada a Valencia no hubiese causado suficiente herida ahora hay un nuevo referente catódico con el que unir a la Comunitat, ‘Sálvame Deluxe’, el magacín de Telecinco que debate sobre la actualidad del corazón y otros órganos vitales del cuerpo humano cada semana. Los espectadores se sorprendían ayer por la noche (así lo reflejaron las redes sociales) cuando en las diferentes pausas publicitarias se indicaba que el programa estaba patrocinado por uno de los símbolos actuales de esta tierra, L’Oceanogràfic y la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia. Supongo que María Patiño, Belén Esteban y compañía nos lo agradecerán a final de mes a quienes a día de hoy seguimos pagando religiosamente lo que ha costado el complejo de ocio. Que no ha sido poco, como saben.

 

Aunque los datos son opacos, el coste aproximado de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias (Cacsa) fue de 1.200 millones de euros, cuatro veces más de lo que se había presupuestado. Un clásico. Los millones, nadie debe olvidarlo, han salido del bolsillo del contribuyente. El proyecto, diseñado por Calatrava y ubicado en el cauce del antiguo río, es uno de los símbolos más poderosos de las obras faraónicas que se hacían en este país cuando éramos ricos. O eran, mejor dicho.

Si el control a la hora de construirla fue nefasto, la administración después, una vez se abrieron los distintos edificios, no ha sido mucho mejor. El déficit del complejo ronda los 600 millones de euros, razón por la que el actual Gobierno valenciano decidió hace unos meses privatizarlo, es decir, entregar su gestión a una empresa para que la explote a cambio de un canon anual y otro variable según los beneficios. Es lo que se hacía hasta ahora sólo con L’Oceanogràfic y la intención es ampliarlo a todos los espacios de Cacsa. El contrato del edificio dedicado a los animales se extinguió a comienzos de 2013, aunque se ha ampliado hasta que se convoque el nuevo concurso, que por el momento (y pese al tiempo transcurrido desde el anuncio) sigue sin fecha. Otro clásico.

“Cacsa la han pagado y la van a seguir pagando todos los valencianos, los beneficios de la gestión no deben de ir a una empresa privada, deben ser para la Generalitat y por tanto para la Comunitat”, protestaba hace unos días el comité de empresa del complejo, mostrando su rechazo a la privatización. Guste más o menos, hay que reconocer que la Ciudad de las Ciencias se ha convertido en un emblema y en un reclamo para los turistas que suelen acudir a visitarlo. Teniendo en cuenta que el flujo de visitantes que se acercan es amplio habría que preguntarse por qué sigue acumulando tantas pérdidas.

 

 

Precisamente es el dinero que se dejan estos visitantes el que se destina a pagar promociones en ‘Sálvame Deluxe’, que no parece el espacio más idóneo con el que hermanarse. Bien es cierto que logra cada semana gran éxito y concita a un buen número de espectadores, pero ni sus valores ni su imagen corresponden demasiado con lo que debería representar un centro dedicado a la cultura y la ciencia, como se supone que es la Ciudad de las Artes y de las Ciencias. Porque la imagen y las formas son muy relevantes y más cuando tienen que ver con un símbolo público. Resulta cuanto menos grotesco que se gaste dinero en estos menesteres frívolos mientras las cuentas arrojan pérdidas abundantes y el futuro de los trabajadores está en el aire por culpa de una privatización. Es verdad que el espacio logra una audiencia alta y que así la proyección puede ser mayor pero el fin no puede justificar los medios y menos en organismos públicos. La mujer del César no sólo debe ser honrada, sino parecerlo.

Si el dinero para el patrocinio ha partido de Cacsa es una irresponsabilidad. Por ilusión que a algún mandamás le haga salir en el programa de Jorge Javier hay prioridades mayores en un centro acosado por la deuda. Si el presupuesto parte de la empresa (privada) que lleva L’Oceanogràfic también merece un tirón de orejas por asociar este centro con ‘Sálvame Deluxe’, que no goza de buena prensa y suele estar vinculado a polémicas y críticas. Y en bastante polémicas se mete sola Valencia como para pagar por formar parte de otras tantas.

 

Que no nos extrañe un día que aparezcan Lydia Lozano, Karmele Marchente y otras chicas del montón de ‘Sálvame’ cantando una canción de promoción turística de las playas y rincones valencianos. Ya lo hacían hace años los concursantes de ‘Operación Triunfo’, programa que patrocinaba el Consell para captar turismo joven y familiar. La campaña costó 600.000 euros y consistía en que los participantes grabaran una canción con el lema ‘Te doy todo’ (que era el eslogan promocional de turismo en Valencia en aquellos años), que los exconcursantes viajasen a alguna parte de la región para después enumerar frente a la cámara todo tipo de lugares comunes (qué tiempo más bueno hace, qué rico sabe el arroz), y que Jesús Vázquez contase de vez en cuando alguna oferta relacionada con la zona. La decisión fue también controvertida por el tipo de formato elegido.

En el último ‘Sálvame Deluxe’ Belén Esteban habló de su hija, Raquel Bollo se peleó con la hija de un tipo que trabajaba en la casa de Isabel Pantoja, y varios concursantes de ‘Supervivientes’ contaron quién se había liado con quién. Todo muy gratificante para el futuro visitante de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, que además de aficionado a la ópera y a los dinosaurios lo es también de los entresijos de cama de tronistas y sucedáneos.

 

A la próxima nómina de los colaboradores de ‘Sálvame’ invita la Ciudad de las Ciencias. Qué generosa es cuando quiere, vaya. Quizá la Ciudad de la Luz podría patrocinar ‘La noria’, si aún existiese.

 

 

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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