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Javier Martínez

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El edificio maldito

 

Un furgón policial junto al edificio maldito.

Un halo de misterios y fatalidades rodean al peculiar edificio de ocho alturas en Valencia. Desde el año 1968, la finca parece tener una atracción fatal por las caídas mortales, los delitos de sangre y los delincuentes. El número 1 de la calle Tres Forques, en tiempos pasados el 78 de la calle Cuenca, ha sido escenario de siete truculentos sucesos. Siete muertes en extrañas circunstancias.

El edificio fue construido en 1957, el año que fallecieron 81 personas por la riada. El primer mal agüero. Una placa del Ministerio de Vivienda anuncia que el inmueble está acogido a los beneficio de la Ley de 15 de julio de 1954, un elemento franquista que todavía perdura en el tiempo.

En aquellos años, la vedette Gracia Imperio, bautizada con el sobrenombre de la artista de los ojos musulmanes, ya había debutado en el teatro de La Zarzuela de Madrid. Era una de las estrellas de la revista y las lentenjuelas, una mujer explosiva que se codeó con Antonio Machín y triunfó en Madrid, Barcelona y Valencia. Nada hacía presagiar su trágica muerte en uno de los pisos del maldito edificio.

El 1 de noviembre de 1968, un modisto descubrió los cadáveres de la conocida vedette y su exnovio en la vivienda que la artista había alquilado en el número 78 de la calle Cuenca. La dueña del Mogambo Club de Valencia y de casi todas las casas del edificio, Mercedes Viana, ofreció a Emilia Argüelles, el nombre real de Gracia Imperio, la posibilidad de instalarse en uno de sus pisos. La vedette iba a residir una temporada en Valencia porque dos salas de fiestas la habían contratado.

Pero la muerte y el misterio se dieron la mano aquel fatídico día de noviembre. La Policía halló las espitas del gas abiertas en la vivienda. Minutos antes, el modisto había llamado de forma insistente a la puerta. Nadie contestó. Llevaba una llave del domicilio porque tenía que preparar el vestuario de la artista. Sin embargo, no quiso entrar y llamó al portero del edificio para que le acompañara. Temía que hubiera ocurrido algo grave. Y no se equivocó.

Nada más abrir la puerta, notaron un fuerte olor a gas y segundos después encontraron los cadáveres de Emilia Argüelles y Vicente Alberto Artal en la cama. ¿Suicidio, accidente o asesinato? LAS PROVINCIAS informó al día siguiente de la trágica noticia con un titular a tres columnas y letras mayúsculas: «GRACIA IMPERIO, MUERTA POR INTOXICACIÓN DE GAS». El caso policial se cerró sin culpables, pero se reabrió cinematográficamente el año pasado con el rodaje de un documental sobre las extrañas muertes y los espectáculos de varietés de la época.

“El día que murió Gracia Imperio” es un largometraje que investiga los misterios que envolvieron el caso, a la vez que analiza la revista en el contexto de la sociedad española de la época. Emilia Argüelles llevó de cabeza a la censura franquista porque acostumbraba a cantar mostrando sus pechos y siempre le persiguió un mal llamado halo de misterio, vinculado a su éxito con los hombres y su paso por la prisión por un aborto. A partir de 1962, Gracia Imperio se bajó del teatro para subirse a las salas de fiestas y espectáculos de variedades. Y es aquí donde Valencia se cuela en la vida y la muerte de la artista. Fue la reina del Broadway valenciano, es decir, los teatros de Ruzafa (que han desaparecido de la trama urbanística). Hasta una falla la eligió para hacer su ninot principal. Pero fue en en el edificio maldito, en un piso alquilado, donde encontró la muerte junto a Vicente Alberto Artal Such, un exnovio que residía en Valencia.

«Los amigos y compañeros de Gracia Imperio son muy mayores o ya están muertos», asegura Francesc Betriu, director del largometraje. La cinta cuenta con «opiniones controvertidas» porque ella era «compleja», según Betriu, Cafeterías, teatros y salas sirvieron de localizaciones, aunque la Valencia de la vedette está demasiado lejana en el tiempo y ausente socialmente. Las cámaras no han entrado en el piso donde se encontró el cadáver de la artista de los ojos musulmanes, pero sí viajaron al cementerio de Madrid, donde reposan los restos de Gracia Imperio. El filme, con 700.000 euros de presupuesto, ha sido subvencionado por el Ministerio de Cultura y el IVAC con 75.000 y 90.000 euros respectivamente. Radiotelevisión Valenciana RTVV ha comprado los derechos de emisión.

Escaleras del edificio.

Tiempo después, otro vecino del edificio, el cuñado de Mercedes Viana (la dueña del Mogambo Club y 11 pisos de la finca), falleció al caer o arrojarse por el hueco de la escalera. «Tenía problemas mentales», recuerda Lidia Domínguez. La cuarta víctima fue un joven de 18 años. Murió en su domicilio en el octavo piso tras consumir presuntamente drogas cuando celebraba su cumpleaños con sus amigos. Sus padres no estaban en casa.  

El siguiente suceso se cobró la vida de una niña de dos años. La menor cayó al vacío cuando jugaba a saltar sobre una cama junto a una ventana. Su hermano también se precipitó cuando intentaba agarrarla, pero sobrevivió a la caída e ingresó en estado grave en un hospital. Otra de las personas fallecidas residía en la puerta 15. «Era un hombre muy trabajador y educado», recuerda Pedro Rubio, un mecánico que tiene dos pisos en el inmueble. «Su madre llevaba varios días sin poder contactar con él por teléfono, y cuando vinieron para ver qué pasaba descubrieron el cadáver», añade el vecino.

 

Un estafador del caso de la Nueva Esperanza, una inmobiliaria que cobró más de 100 millones de las antiguas pesetas por viviendas que nunca entregó, también tuvo su domicilio en el número 1 de la calle Tres Forques. Otro delincuente «saltó del tercer piso cuando huía de la Policía y se rompió la piernas», afirma Rubio. «Tanto suceso da un poco de mal rollo, pero no hay que obsesionarse», dice Pedro Tárraga, un taxista que vive con su pareja en un piso alquilado.

 

 

Dos policías salen de la finca.

Y en la madrugada del pasado jueves, Javier O., uno de los vecinos de la puerta 10, mató presuntamente a una prostituta y escondió el cadáver en el trastero del edificio. El homicida, de 40 años y con antecedentes policiales, fue detenido unos 10 minutos después por la Policía Nacional en el centro de la ciudad. El sospechoso llevaba la ropa manchada de sangre y un cuchillo cuando fue apresado en la calle Balmes.
Los gritos de la víctima despertaron a varios vecinos, que llamaron a la Policía o se asomaron por la mirilla de su puerta, como hizo Benito Grande, un inquilino del tercer piso. Eran las cinco de la madrugada. Al lugar de los hechos acudieron con urgencia varias patrullas de la Policía Nacional. Los agentes descubrieron el cadáver de la mujer en el portal de la finca.

 

El homicida escondió el cuerpo en un trastero donde los vecinos guardan bicicletas y utensilios viejos. «Había señales de arrastramiento y la puerta del trastero estaba abierta», explica un inquilino del inmueble. Un médico del SAMU certificó la muerte de la mujer y dejó el camino libre a los investigadores y el forense.
Un equipo de Policía Científica realizó una minuciosa inspección en el portal del edificio, el cadáver y las escaleras, donde un rastro de gotas de sangre llevó a los agentes hasta el piso donde residía el detenido: la puerta 10 en la quinta planta de la finca. Mientras tanto, agentes del Grupo de Homicidios recogían los primeros testimonios de un compañero de piso del homicida y de varios vecinos que habían oído golpes y gritos.

Según la reconstrucción de los hechos realizada por el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, el homicida bebió una botella de vino durante la cena con un compañero de piso. Al parecer, Javier O. también consumió cocaína. Ambos residen en sendas habitaciones realquiladas por un tercer hombre, que también vive en la vivienda. Uno de los inquilinos se marchó a trabajar, el otro se fue a dormir a su habitación y Javier O. contrató los servicios de una prostituta brasileña. La víctima, que no llevaba ningún documento de identidad, recibió una paliza mortal sobre las cinco de la madrugada. Un vecino escuchó sus gritos poco antes del crimen. «Oí golpes y luego la mujer gritó algo en un idioma extranjero», asevera Benito Grande. Era Edilene Oliveira, de 32 años, que intentaba zafarse de su agresor. El juez de guardia decretó ayer el ingreso en prisión, comunicada y sin fianza para el presunto homicida.

Sobre el autor

Javier Martínez Fernández nació en Granada, aunque reside en Valencia desde que tenía ocho años. Hijo de padres jienenses (naturales de Beas de Segura), también vivió en Almuñécar, Pilar de la Horadada y Elche. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, redactor del periódico Las Provincias desde 1989 y colaborador de varios programas de televisión y radio. Es un apasionado de su profesión pero a veces se queja de que le toca bailar con la más fea: la crónica negra. Desde que se especializó en la crónica de sucesos, ha participado en tres seminarios de la Universidad CEU Cardenal Herrera (como ponente y organizador) sobre el periodismo de sucesos, es coautor de cuatro libros de formación para policías y guardias civiles, fue profesor del Máster de Periodismo de Las Provincias-CEU Universidad Cardenal Herrera y conferenciante en el Coloquio Internacional para una Comunicación Libre de Violencia celebrado en México en 2010. El autor de este blog ha intervenido también en numerosos programas de televisión y radio ('Horizonte', 'Espejo Público', 'Más vale tarde', 'Cuarto Milenio', 'Equipo de Investigación', 'Bona vesprada', 'Informe DEC', 'Sabor a ti', 'Esta noche cruzamos el Mississipi', 'Milenio 3', 'Abierto a Mediodía' y 'El rastro del crimen') y publicó 30 reportajes en la revista especializada 'Así son las cosas' entre 2003 y 2007.


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