Esta columna está escrita en conciencia. Todas lo están. No entiendo el columnismo sin esa libertad de espíritu. Si no la tuviera estaríamos ante otra cosa: la propaganda. Y ¿por qué sería negativo? Porque el lector espera un juicio personal y libre de quien firma, no que se convierta en correa de transmisión de otros sin advertirlo.
En todas las profesiones de carácter intelectual la libertad de conciencia considera adulto a quien piensa y transmite su pensamiento: el escritor, el cineasta, el filósofo, el profesor… todos ellos deben ser respetados en su conciencia. La creación y la reflexión son personalísimas de modo que es necesario ese límite como garantía. Si uno se hace responsable de una idea o de una obra, debe ser libre de definirla como crea.
La pregunta es si también debe exigirse el mismo margen de libertad a los políticos, tal y como apuntaron algunos líderes del PP antes de votar la reforma del aborto y se quejan ahora los contrarios. El trabajo del político no consiste en una aplicación mecánica de instrucciones sin implicación moral. No está ajustando tornillos en un tren de montaje donde no se aplica el libre albedrío so pena de imposibilitar la fabricación del automóvil. El político no es un robot que pulsa el botón que le mandan. O al menos no debería serlo aunque, con la forma de funcionar que tiene la política española, lo parezca. Por eso es comprensible que se le permita decidir con libertad antes de votar. Eso, que parece claro en el caso del aborto, debería aplicarse también a otros asuntos.
El problema de fondo no es una ley determinada como la del aborto sino es a quién obedecer en general: al partido o a la conciencia. Del primero depende su vida política, pero del segundo depende su honradez. Nunca debería votar contra sus principios y si se ven violentados por las decisiones de su grupo, debería dejarlo y buscar acomodo en otro. Si los partidos oprimen las conciencias, son aquellos los que deberían revisarse. No es un problema del aborto. Las voces que se alzan contra el voto en bloque deberían exigir libertad para todo, pero eso da vértigo a cualquier político.