A punto estoy de dedicar una agenda a las citas protestonas que tengo cada semana. Ayer mismo, estuve en una concentración y, de camino a casa, me encontré con una manifestación por el centro. Y el domingo pasado, otra más. Esto es un no parar. Quien se apunte a todas, sufrirá de estrés por el número, por el recorrido similar y por la coincidencia en el tiempo. O quizás le ocurra como a mí cuando unos amigos me preguntaron anteayer cuál era el motivo de mi manifestación dominguera y, de pronto, tuve un momento “si hoy es martes, esto es Bélgica”. Lo recordé enseguida pero los segundos de duda fueron muy reveladores.
De hecho, ayer fue un día complicado en Valencia por la coincidencia de esas citas con los primeros actos falleros. Me di cuenta cuando llegué a la Plaza de la Virgen a mediodía y la vi llenísima de gente. “Qué éxito de convocatoria”, pensé. Pero no. La concentración estaba en una esquina mientras que el resto de la plaza era una mezcla de bandas de música y falleros con ganas de que empezara la fiesta. Tanto es así que, por un momento, nuestro minuto de silencio se llenó de música en una escena que hubiera hecho las delicias del propio Berlanga.
Al menos he de decir que mis protestas son monotemáticas. Un día, contra el maltrato animal; otro, a favor de la dignidad de los inmigrantes y otro más, contra la violencia machista. Lo que no me subyuga es la manifestación pluritemática como la de ayer, contra varias leyes del gobierno. Entiendo que haya quien quiera acordarse de las madres de todo el consejo de ministros al tiempo pero yo prefiero causa por causa. Mezclar no es bueno. Podía haber personas que se hubieran sumado a la queja por la ley de Seguridad Ciudadana pero no por la del aborto o viceversa. La sensación que queda en esas conjunciones es que, o bien el hilo conductor está muy definido o parece una mezcla forzada. Por mi parte, sigo prefiriendo la causa única. No estoy contra el mundo. Tampoco contra el gobierno más que contra el anterior o el que venga. Hacer una causa global en vísperas electorales parece algo más que una protesta. Aunque haya motivos para ella.