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Víctor Soriano

Reinterpretando el mapa

El barrio del 'Campanyal'

Las campañas electorales son los momentos en los que los políticos se prestan a todo lo que no harán durante los cuatro años siguientes -ir a los mercados, a las fiestas populares, desplazarse en bicicleta y un largo etcétera-. Hasta ahí, estamos habituados. Más extraordinario es que, esta semana, en el fervor de la precampaña, todos los partidos con opciones de obtener representación en el Ayuntamiento de Valencia -salvo el actual partido de gobierno- hayan firmado un manifiesto en el que, parece ser, se comprometen a derogar el plan de reforma interior del Cabanyal. Como quien reparte folletos y besos en un mercadillo, los aspirantes a la alcaldía de la tercera ciudad española, se han decidido a hacer urbanismo a golpe de titular. Cueste lo que cueste.

Más allá de mi opinión sobre el contenido del plan y sobre la necesidad de finalizar la apertura de Blasco Ibáñez, que se ideara ya a mediados del XIX siguiendo las enseñanzas del barón Haussmann, y que es conocida, me preocupa, no que quienes podrían gobernar la ciudad tengan una opinión discrepante con el PEPRI, lo que es totalmente respetable, sino que estén dispuestos a planificar el futuro de la capital en función de cada ocurrencia populista que les convenga electoralmente. Que antes de ganar las elecciones ya estén convencidos de hacer urbanismo a la medida de la decisión política, menospreciando cuando no directamente ignorando el papel de los profesionales y del proceso de diagnóstico, prognosis y prospectiva; pervirtiendo el planeamiento, como en los peores momentos de la burbuja, dictando los planes con la vara de mando.

Después de años criticando, muchas veces con razón, la forma de hacer urbanismo del actual gobierno, la oposición queda retratada con un comportamiento todavía peor. La cuestión del Cabanyal es una de las grandes asignaturas pendientes de Valencia y, sin duda, la más urgente, pero resolverla merece más atención que la justa para hacerse una foto y enviar una nota de prensa. Parece que, mientras el Cabanyal es un agujero por el que le entra demasiada agua al buque del Cap i Casal, lo que de verdad importa es el Campanyal. Y Valencia es una nave demasiado potente para ponerla en manos de un capitán Schettino.

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lasprovincias.es

Sobre el autor

Víctor Soriano i Piqueras es abogado y profesor de Derecho Administrativo. Tras graduarse en Derecho y en Geografía y Medio Ambiente realizó un máster en Derecho Ambiental en la Universidad 'Tor Vergata' de Roma, además de otros estudios de postgrado, y ha publicado, entre otros, el libro "La huerta de Valencia: un paisaje menguante".


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