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César Campoy

Banda sonora

Ases en la manga

“La vida es corta
y quiero estar lejos.
Algo ha de cambiar,
y tengo que ser yo”

Esquemas, Kindergarten (1999)

 

Ignoramos hasta qué punto el tema con el que una banda decide abrir sus discos define el mensaje que se nos quiere enviar, el toque de atención que se nos pretende dar. No sabemos si marca el estado de ánimo del grupo en ese momento preciso, o, simplemente, no forma parte más que de una estrategia de captación de nuestra atención.

 

La Habitación Roja: Sin miedo

 

Si pretendiéramos valorar el momento filosófico puntual vivido en todos estos años por ese todo llamado La Habitación Roja (LHR), a partir de las aperturas de sus diversas criaturas en formato larga duración, sin ir más lejos, podríamos afirmar que aquel LHR (Grabaciones en el Mar, 1998), a partir de uno de los tantos himnos ya imperecederos del conjunto, Mi habitación, olía a optimismo, esperanza, ansias por incorporarse a la autopista de los grandes del pop en español.

 

 

Un año después, Largometraje (Grabaciones en el Mar, 1999) se abría con el tema que daba título al elepé. Una pieza que demostraba que LHR había dado un salto de gigante en muy poco tiempo: intro de altura; profundo, pero enérgico; guitarras envolventes; un Jorge inspirado…

 

 

En Radio (Grabaciones en el Mar/Astro, 2001), esa evolución seguía siendo evidente. La frescura iba dando paso, lentamente, a una querencia por esa cadencia melosa que, también, se convertiría en marca de la casa.

 

 

Más enérgica era la apertura de 4 (Grabaciones en el Mar/Astro, 2003). La soledad del corredor de fondo, a base de bajo machacón, era más una píldora que pretendía despertarte para llamar tu atención a la hora de enfrentarte al disco, que un hit coreable o un sentido y profundo mediotiempo.

 

 

Justo en el preciso momento en que llegó hasta nuestras manos (y oídos) Nuevos tiempos (Mushroom Pillow, 2005), un escalón más en el proceso de madurez de la banda. Así lo demostraba la ambiciosa Scandinavia, que abría este elepé de manera dramática y llamativa.

 

 

En línea parecida se planteó la presentación de Cuando ya no quede nada (Mushroom Pillow, 2007). Quien tras darle al play por primera vez se enfrentara a París ardiendo lo más probable es que quedara desconcertando al medirse a una densa pieza que olía a rabia y desazón agridulce.

 

 

Más de dos años después, los integrantes de LHR viven ya uno de sus momentos de más esplendor y reconocimiento. Y, la verdad, parecen ser conscientes de ello. Sólo así se entiende que su Universal (Mushroom Pillow, 2010) se nos brindara a partir de una luminosa Voy a hacerte recordar, de riff repetitivo, texto épico y coros grandilocuentes. Una de sus creaciones más emocionantes.

 

 

Como absolutamente ambiciosa fue la apertura pensada para Fue Eléctrico (Mushroom Pillow, 2012), el disco con el que LHR tocó el cielo, una de sus cumbres creativas, que será difícil superar. La vorágine de festivales, giras internacionales y portadas de medios impresos y digitales les colocaban en una nube forrada de euforia y mala leche, la misma que fluía de El resplandor (de nuevo, intro que busca la emoción) donde, entre una banda que se luce, sobresale un salvaje Jose a la batería. Esta canción, de hecho, fue utilizada para abrir muchos de sus directos. Tras un tema así, todo viene rodado.

 

 

La moneda en el aire, también bajo el manto de Mushroom Pillow, es el noveno disco puro de LHR. No incluimos, en esta lista, sin ir más lejos, ni los numerosos epés y minielepés, ni Play Pop Vol. I, aquella primeriza maqueta de cinco temas, en inglés y en formato casete grabada hace, exactamente, 19 años, por una formación integrada, por aquel entonces, por Jorge y Jose, con la ayuda de un grupo de amigos entre los que se encontraban Pau, o un Juanjo (Prisionero Zero), que durante los primeros años de existencia de la banda se convirtió en el bajista del conjunto; así como, tampoco, aquel Popanrol del 97, editado por Grabaciones en el Mar, que albergaba temas tan indiscutibles como aquellos enérgicos Otra vez y 2:37 Re-evolución, que avanzaban lo que se nos vendría encima en los años siguientes.

De esta manera, este La moneda en el aire se abre con el tema que da título al trabajo, toda una declaración de principios, totalmente diáfana, del instante por el que atraviesa la formación. Sus clásicas guitarras, en combinación con sonidos sintetizados, acaban estallando en uno de los estribillos dispuestos para ser coreados por el respetable en sus directos: “Cada momento hay que apreciarlo, cada segundo es vital; se nos escapa entre las manos lo más preciado y esencial”.

 

Dos décadas nos contemplan

 

Grabado en los estudios Rockfield, en Gales, por cuyas cuatro paredes han desfilado algunos de los artistas más admirados por los integrantes de LHR, así como otras figuras indiscutibles de la música contemporánea (Stone Roses, Charlatans, Paul Weller, Oasis, New Order, Echo and the Bunnymen, Black Sabbath, Motorhead, The Waterboys, Sepultura, Coldplay, Suede…) ha sido Santi García, de nuevo, el elegido para las labores de producción de una criatura que vuelve a balancearse, en el aspecto textual, esencialmente, entre dos de los ejes filosóficos más frecuentados por la banda de l’Eliana: el romanticismo y el compromiso político-social.

De hecho, el elemento reivindicativo, tan presente desde hace años en la cosecha de LHR, sigue siendo evidente en este disco a través de unas letras que, en ocasiones, se antojan demasiado obvias. La casa en silencio (“darle al ‘me gusta’ no nos sirve; no cambiará las injusticias; ser valiente desde casa no nos servirá de nada”) o Carlos y Esther (“Al mirar hacia otro lado estabas colaborando, tu turno ha llegado, al final te está pasando”), tal vez, son dos de los temas insignia, en este aspecto, mientras que Quedas tú o En busca del tiempo perdido encabezarían el listado de composiciones que redundan en otro de los seguros de vida del conjunto: su vena más sentimental.

 

 

Instrumentalmente, como hemos avanzado, seguimos disfrutando de las ya clásicas guitarras (lúcidas en la mayoría de ocasiones), una pasión creciente por los arreglos llamativos y los ambientes casi épicos y los sintetizadores cada vez más presentes, así como una continua revisitación de su pasión por los sonidos británicos de los 80 (intros como las de No quiero ser como tú).

Con La moneda en el aire, LHR puede seguir presumiendo de su capacidad para fabricar temas netamente melódicos y grandilocuentes (la estremecedora A dos metros bajo tierra), así como potenciales hits repletos de riffs, bases rítmicas o efectivos estribillos pegadizos (De cine). Todo un logro teniendo en cuenta que la formación está a punto de cumplir dos décadas de vida, y algunos de sus miembros (Pau, Jordi, Marc) suelen volar, de vez en cuando, lejos de LHR, con proyectos paralelos. Sin ir más lejos, el propio Pau se encuentra inmerso en la promoción internacional (Estados Unidos, Europa) de su aventura junto a RJ Sinclair (Tokyo Sex Destruction), Lost Tapes.

Los sonidos esenciales de este La moneda en el aire, así como innumerables grandes éxitos de LHR serán brindados sobre el escenario de la sala Noise este sábado 29. El combo valenciano estará acompañado de los catalanes Neutra, la formación creada por algunos de los antiguos componentes de Aeropuerto. Labios de mercurio es su primer epé.

 

 

El segundo de los ases en la manga que nos hemos reservado para este fin de semana es coetáneo de nuestro primer valor seguro. Luis Prado, Boli y Paco Tamarit, en su época de The Flauters compartieron escenario, movida, cervezas y cháchara con Jorge, Pau, Jose y compañía, en multitud de ocasiones. Sobre todo cuando sus carreras despegaban, en la segunda mitad de los 90 del siglo pasado. Ellos (tiempos ha con Eliseo Gil, ahora, ya, bajo la marca Señor Mostaza, con Edu Olmedo) figuran, indiscutiblemente, en la lista de vips del pop valenciano de las últimas décadas. Juntos, o por separado (todos han colaborado, o colaboran, con proyectos como M-Clan, Ariel Roth, Miguel Ríos, Fito…), nuestros protagonistas (pocas voces discordantes habrá al respecto) están considerados unos de los mejores instrumentistas que han surgido desde estas lindes. Imaginación y pasión por la música son los dos adjetivos que mejor definen a los integrantes de Señor Mostaza. Además, se lo pasan en grande trasteando y divirtiendo al personal, tanto en conjunto, como individualmente. Los consejos de Luis a la hora de enfrentarse a las baquetas son una buena muestra de ello.

 

 

La noche de este viernes, su fiel legión de seguidores peregrinará hasta el Loco Club para volver a asistir a una de sus peculiares puestas en escena, repletas de personalísimas revisiones de clásicos (y menos clásicos) de la historia del rock y, obviamente, muchas de sus composiciones, la mayoría de ellas, a partir de la última referencia de Señor Mostaza, Delitos y faltas, publicado por Hall Of Fame el año pasado. De ella se recuperó, hace pocos meses, el pegadizo Sólo quiero llegar, para editar un elaborado clip, bajo la batuta de Alejandro Portaz, la producción de Ochovideos y la colaboración de La Antena Films.

 

 

Nuestro trío de ofertas sonadas de esta semana se completa con una puesta de largo esperada por parte de la escena musical valenciana. Elíal, o lo que es lo mismo, el proyecto musical construido sobre dos pilares llamados Alberto Amar y Elisa M Rufat, siente una pasión desmedida por todo aquello que huela a experimental e intenso.

Hace un par de años, se marcaron un EP  bajo los auspicios de Pablo Silva (Polock) que bebía, tanto de ensoñaciones rítmicas (Sed), como de universos etéreos (Anomalía). A principios de este año, cogieron todo lo necesario, se abrigaron, y huyeron a la montaña conquense. Allí, en un refugio tan real como metafórico, contaron con la connivencia del mítico Suso Saiz para grabar su primer larga duración. Si lo suyo, de partida, ya tiene que ver con lo misterioso y las atmósferas trabajadas, podrán imaginar que el resultado de aquella travesía, al menos, debería despertar la curiosidad, incluso, del menos interesado. Con el concurso, entre otros, de Hugo Caminero y Dani Odisseu, Elisa y Alberto aseguran haber vivido una experiencia, prácticamente, mística. La misma que, esperemos, consigan trasladarnos con su nueva criatura.

 

http://www.youtube.com/watch?v=9-m3hNZ-n8I

 

Este sábado 29, en Wah-Wah, las nuevas sensaciones musicales de Elíal serán desgranadas para deleite de los amantes de la densidad sonora. Estarán acompañados de Lanuca, la última aventura de Ángela Bonet, sustentada en atmósferas netamente intimistas y desconcertantes, con la ayuda de Manolo Bertrán y Dani Cardona. Pómulo es su desconcertante contribución al espectro cultural valenciano, compuesta por cinco temas propios (uno de los más destacados, Como humo se va), además de una requetepersonalísima revisión del Tú me añorarás del gran Bruno Lomas.

Nuestros ases en la manga de hoy (¡cómo lo saben!) no tienen otro objetivo que el de recargarnos de razones para tener motivos para gritarles, alto y claro que no se lo piensen dos veces y consuman cultura y, si es cercana y de calidad, mejor que mejor. Por regla general, no se arrepentirán. Además, estamos de enhorabuena: la escena valenciana disfrutará, definitivamente, desde este sábado 29, de un nuevo espacio de desparrame donde poder disfrutar de directos o desgastar la pista del baile a base de buen R&R. Se llama 16 Toneladas, y se encuentra en la calle Ricardo Micó, número 3, junto a la Estación de Autobuses de Valencia. Un día antes, este viernes, también inicia su andadura Club 76 (Campoamor, 58), a partir de las cenizas de Experience y Velvet. Así pues, ¡que dance la juventud!

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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