Coleccionistas acaban de publicar su primer larga duración y lo celebran el 6 de noviembre con una fiesta sonora de altura en la sala 16 Toneladas
En ocasiones resulta mucho más útil, tanto para quien escribe como para quien lee y gusta de escuchar, comenzar con un simple «no le dé más vueltas, y sumérjase en este disco». Viene a ser poco ortodoxo, y se presta al fácil reproche del defensor del análisis sesudo, pero hasta cierto punto es comprensible que uno se deje llevar por la inercia propiciada por el artista al crear su obra. Porque, al fin y al cabo, lo que Remi Carreres, Jorge Pérez y Víctor Ramírez han hecho con el proyecto Coleccionistas, que acaba de cristalizar de manera definitiva con su primer largo homónimo editado por Demian Records, no es otra cosa que idear una aventura en la que prima el respeto entre sus miembros, las ganas de trabajar en libertad alejados de corsés y limitaciones absurdas, y, sobre todo, la necesidad envolver todo ese maremagno con una deliciosa bolsita rosa de celofán que huele, más que nada, a esencia bailable (en toda su amplitud), pero también a pop fresco (aparentemente inocente) o a precioso intimismo.
¿Que cuál ha sido esa aportación individual a esa etiqueta global? «Creo que si el oyente conoce de dónde venimos cada uno le resultará fácil identificarlo y diferenciarlo. Mi aportación es, inevitablemente, la parte que más tiene que ver con la psicodelia», asegura Víctor. «He intentado conseguir melodías y letras que contribuyeran a esa vocación principalmente bailable, hedonista si se quiere pero nada frívola, que tanto íbamos buscando», añade Jorge. «Me es difícil dividir lo personal de lo artístico. He jugado con todas las armas que conozco, tanto como instrumentista, arreglista, productor, técnico de sonido, o incluso como melómano, analizando los pasos que íbamos dando, para no caer en la autoindulgencia. Por otra parte el haberme dedicado durante casi 10 años a la música electrónica más experimental me ha hecho explorar el mundo de la síntesis digital y la importancia de transmitir sensaciones a través del sonido evitando sumar arreglos gratuitamente», sentencia Remi.
Porque, cuando mentábamos antes el buen rollo imperante en Coleccionistas, no lo hacíamos alegremente. Así da gusto, como confirma el propio Víctor, que incluso plantea este proyecto vital y musical (sólo los verdaderos lo son) como una especie de exorcismo: «Ésta es la unión de tres personas con diferentes tipos de bagaje musical, que disfrutan mucho creando y compartiendo ideas. Creo que, sencillamente, Jorge, Remi y yo nos hemos conocido en un momento en el que necesitábamos escapar urgentemente de lo que cada uno estábamos haciendo por nuestra cuenta. Este ha sido el detonante de todo. A partir de ahí fue muy fácil poner en común ideas y propuestas. Yo sabía desde el principio que no tenía que cerrarme a nada. He tenido que aprender a olvidar muchas cosas que me servían para mis discos pero que para éste, evidentemente, no. Tratar de hacer algo diferente a lo habitual siempre es muy estimulante».
Tanto como conocer los entresijos de la maquinaria de semejante ente. Nos los desvela el propio Ramírez: «Todo comenzó con unos loops electrónicos que Remi nos mandó. El proceso de composición conjunto de estas canciones no ha tenido nada que ver con el de una banda al uso. Ha sido muy parecido al de pintar un cuadro. Sólo que en este caso, en lugar de estar pintado por una sola persona, nos íbamos turnando, y cada uno daba su propia pincelada». «Por lo que respecta a las letras, es cierto que hemos buscado que a veces funcionen como un mantra; tiene que ver un poco con esa parte más física de la música de baile; tanto la melodía como la letra tienen que funcionar muy bien unidas; han de ser potencialmente memorables. Me gustan mucho esas canciones que entran por tu cerebro y se deslizan desde allí arriba hasta hacerte mover el pie», desvela Jorge.
A partir de aquí, también lo avanzábamos, la marca Coleccionistas, que mostrará sus cartas el próximo 6 de noviembre en la sala 16 Toneladas, no sabe de límites a la hora de poner en común sensaciones: «Sabíamos el tipo de sonido que buscábamos y qué caminos íbamos a descartar porque nos resultaban poco estimulantes. Entonces, la cuestión era juntarnos, ir viendo el material que aportaba uno y otro y trabajar sobre lo que más nos motivara en cada momento, sin prejuicios. Al final creo que sin ser ningún engendro hay momentos en el disco que suenan a pop, otros más a electrónica ochentera, disco, psicodelia y hasta incluso bolero. Me encanta la dinámica que hay en estas ocho canciones; todo ese pequeño batiburrillo acaba siendo la personalidad de Coleccionistas», aclara un Jorge que, al igual que Víctor, se muestra orgulloso de haberse topado (en aquel concierto de La Habitación Roja en una Feria de Julio) con una de las leyendas de la música valenciana de los últimos 30 años. Carreres (Glamour, Comité Cisne), eso sí, siempre ha sido de los que miran adelante (así lo demuestran proyectos como Jean Montag, o su concurso en aventuras como Mist, The Seafood Special…): «Me siento en casa. De hecho no creo que una aventura tan fascinante como Coleccionistas hubiese sido posible sólo con miembros de una sola generación. Cada uno de nosotros ha aportado una visión diferente mientras recorríamos el mismo camino. Los músicos más jóvenes tienen una técnica instrumental muy superior a los de otras épocas, hay más diversidad de estilos, los grupos maduran rápidamente y tienen las ideas más claras. Eso sí, la proyección es mucho menor. Se acabaron los tiempos de comerse el mundo gracias a unas cuantas buenas canciones en una “demo”», aclara.
Los discos de la semana
Brillar (Autoeditado, 2015)
Aquel debut homónimo mereció muchísima mejor suerte comercial. Javier Monserrat y los suyos lograron plasmar, en 12 temas, los aspectos más emocionantes y detallistas que son capaces de emanar del pop de calidad claramente influido por selectos sonidos de los 60 de la década pasada.
Ahora, retomando las dos vertientes más frecuentadas en tan digna criatura, la eléctrica y la melodramática, el conjunto muestra sus cartas de cara a un segundo disco, que verá la luz el año que viene. El sencillo, ahora digital, pero que se reencarnará en vinilo a principios de 2016 no defraudará, ni a los fieles seguidores de Monserrat, ni a los amantes del buen gusto compositivo. Encabezado por la psicodélica Brillar (clave el teclado, esenciales los registros vocales marca de la casa), se cierra con una pasmosa, sobrecogedora y dura La ventana, que cuenta con el concurso de Miren Iza (Tulsa).
Desengranajes (Autoeditado, 2015)
Tan sólo es posible entender (no es obligatorio) el sentido de Pupa conociendo el arriesgado currículo artístico de sus dos integrantes. Es posible que, simplemente mencionando sus nombres, más de uno no necesite más información: Alberto (Billy Bao, Atom Rhumba) y el siempre anárquico y personalísimo Koldo (Felpudo Tos, más recientemente, Lüisito Lechuga). Tras años de relación, hace unos meses surgió este abrumador ciclón en forma de dúo a base de guitarra y batería, cuya devoción por el caos, lo experimental y el post-hardcore ha quedado reflejada en un epé de cinco temas con bofetadas tan enrevesadas como Ay, Carmele, La queja era el lujo o Nos moverán.