Carlos Ortigosa se ha convertido, desde Music Rooms, en uno de los productores más solicitados de la efervescente escena musical valenciana
Cabeza visible de los estudios Music Rooms, Carlos Ortigosa asegura, sin pestañear, tener presentes todas y cada una de las producciones que ha llevado a cabo, «con los respectivos aciertos y los errores». Desde que se dedica a su pasión, por sus manos han pasado bandas de mil y un estilos, cuyo listado es, casi, inabarcable: Coleccionistas, Holy Paul, Johnny B. Zero, Gatomidi, Doctor Lobo, Lost River Bastards, Gypsy Casino, We Used To Pray, The Seafood Special, Benito Kamelas, Retraseres, Modelo de Respuesta Polar, The Dirt Tracks, Amatria, The Shake, Insurrection… ¿Resulta fácil lidiar con tan diversos proyectos? «En la labor de producción, creo que es importante respetar la esencia de la banda y potenciarla, incluso. En algunos casos se trata de ayudarles a encontrar su propio sonido y su propia identidad; en otros, es cuestión de aportar y dejar fluir. La verdad es que es algo bastante apasionante, y yo me considero muy, muy friki en mi trabajo», asegura entre risas.
La opción de dar el salto, de músico a productor, la tomó Ortigosa sin dudar, cuando surgió la ocasión. Se trataba de hacer realidad uno de sus sueños: «Era algo que me estuvo rondando por la cabeza durante muchos años. Cuando montamos Music Rooms, como salas de ensayo, pensé que era el momento idóneo para dar el paso e integrar un estudio profesional en nuestras instalaciones». Y así fue. Desde entonces, Carlos se ha convertido en uno más de los productores de la tierra con la agenda repleta de proyectos. El innegable buen momento creativo de la escena musical valenciana (su repercusión en el gran público es otro cantar) ha hecho que las ediciones y grabaciones se sucedan de manera, prácticamente, frenética. Nuestro protagonista, como muchos de sus colegas, no se queja: «Hay varios proyectos en los que estoy trabajando ahora y que saldrán en los próximos meses. Todos son muy, muy interesantes. La verdad es que en estos últimos dos años no he parado de trabajar en todo tipo de iniciativas, aventuras increíbles y sorpresas continuas con nuevas bandas. Es un verdadero gustazo», sentencia evidenciando su estado de ánimo, mientras trata de definirse como profesional. ¿En qué bando se sitúa? ¿Es el productor el que debe dirigir por completo el proyecto en el que se embarque, y que el artista delegue en él por completo, o ha de ponerse al completo servicio del músico que, a fin de cuentas, es quien paga? «Personalmente, me gusta proponer diferentes opciones. Luego hay músicos que te dejan trabajar y están abiertos a nuevas sensaciones, y otros que, por el contrario, se cierran mucho más y no te dejan margen de actuación. Nunca he sido partidario de forzar la situación. Es muy importante que el clima dentro de la producción sea fluido. Sólo así acaba apareciendo la magia. La verdad es que, últimamente, los artistas me están dejando bastante libertad».
Posiblemente, esa confianza en Ortigosa viene propiciada por la buena fama, como persona, que le precede. Sólo así se entiende que, para algunos músicos, Music Rooms se haya convertido en algo más que unos simples estudios de grabación. ¿Qué se ofrece al artista, desde aquellas instalaciones, tanto a nivel profesional como filosófico y personal? «Todas y cada una de las producciones me las tomo muy en serio. Considero que, el hecho de meterse en un estudio y grabar un disco, se convierte en un momento muy importante para cualquier banda. Por eso trato de aportar el máximo posible. A partir de esa relación tan próxima, es normal que surjan grandes amistades y relaciones muy fuertes». Un contacto que, efectivamente, mantiene Carlos con buena parte de la poblada escena sonora valenciana. Este hecho, sin duda, le faculta para emitir un veredicto sobre el estado actual de nuestra música: «Creo que en Valencia se está formando una gran escena, con nuevas bandas. Que se consolide es algo necesario. Si en algo nos llevan la delantera los profesionales en otros lugares es en la capacidad que tienen de colaborar estrechamente entre ellos a todos los niveles. Debería servirnos de ejemplo, porque eso es algo que aquí no ha pasado apenas», afirma.
Mientras tanto, este apasionado de los mandos, que previamente demostró su querencia por el escenario, entre otros, con The Dirt Tracks, gusta de levantarse, de vez en cuando, de la silla, para seguir ejerciendo su amor por la música en otros campos: «Me gusta la parcela de músico. La llevo frecuentando desde los 80. Ahora, y sobre todo últimamente, disfruto mucho como técnico de directo, que es algo más novedoso para mí, y me ofrece grandes dosis de adrenalina por la responsabilidad que tienes, durante un concierto, de que todo esté controlado y salga bien, sin esa opción de mezclar después o poder repetir un arreglo. Afortunadamente, ¡los directos están vivos!».
Tres discos históricos
The Doors (Elektra Records, 1967)
Producido por Paul A. Rothchild. «¿Cómo puede empezar una banda de esa manera, sin cuantizaciones, afinaciones ni artificios? ¡Es una animalada!»
Doolittle (4AD, 1989)
Producido por Gil Norton. «Tengo el vinilo totalmente rayado. Se trata de un discazo, y no precisamente por su sonido, sino porque es un disco de canciones, y eso no abunda hoy en día»
Rage Against the Machine (Epic, 1992)
Producido por Garth Richardson. «El primer álbum de la banda me sigue pareciendo increíble, y con un sonidazo brutal. Totalmente vigente hoy en día»
Los discos de la semana
Co(i)nspiracions (Mésdemil, 2015)
Registrado en el estudio personal de Andreu Valor, en Muro, el de Cocentaina y Joan Amèric llevaban tanto tiempo disfrutando del espectáculo en directo ideado por ambos que, finalmente, decidieron plasmar tanta intensidad creativa en formato físico perenne. Una dignísima iniciativa basada en un divertido y original juego a partir de la recuperación de creaciones artísticas de ambos, interpretadas por cada uno, intercambiadas, y coronadas con homenajes a las figuras admiradas. De esta manera, Amèric reinventa a Valor en Mai no ho dubtes, los papeles se intercambian en Què més podria dir-te?, y ambos enseñan sus cartas revisitando a Montllor (a través del clásico M’aclame a tu) o Llach (Vaixell de Grècia), mientras Estellés observa atento.
En definitiva, un trabajo peculiar, cuya aparente sencillez expuesta esconde, realmente, unas raíces profundas y sentidas.
Alerta Ovni (Lemon Songs, 2015)
Una de las últimas referencias de la factoría castellonense La Seta Azul viene apadrinada, en la producción, por Pep Navarro (Goma 2) y el ya habitual Juanki Tomás (Morcillo, Los Romeos). Sin medias tintas, Los Criptozoos desparraman, en su segundo larga duración, punk rock sin miramientos, a base de trallazos guitarreros de manual y unas letras tan diáfanas como reivindicativas, que delimitan claramente las tesis filosóficas de la formación. Afianzado, sobre todo, en un trabajo vocal que supera, en trabajo y ejecución, a la media de creaciones que frecuentan estos derroteros, este Alerta Ovni cuenta con la colaboración de otros integrantes de Goma 2, así como de Rosa Meseguer.