GIRO ORDENANCISTA EN LOS MERCADOS
Mientras usted lee esto, una parte de la ordenanza de mercados en Valencia perpetra, en manos del Pleno Municipal, una interesante modificación a la altura del artículo 25 de la misma.
Al parecer se prohibirá “vocear los productos y los precios” exponiéndose a un cierre de siete días si ocurre.
Alguien del Ayuntamiento debe ser un estudioso o un admirador histórico de las normas que los Comités de Salud Pública, en plena Revolución Francesa, impusieron en los mercados de la época y que, sospechosamente, son idénticos a lo que ahora mismo se discute en el Pleno del Ayuntamiento de la ciudad “carril” o sea en la Valencia de nuestros atascos y de nuestras entrañables gorrillas que, frente al mercado, se disputan a grito pelado el espacio a dominar para encontrar aparcamiento.
¿Surgirán nuevos empleados que recorrerán con magnetófonos los pasillos del Mercado Central o del Cabanyal, o Rojas Clemente a bordo de silenciosos monopatines para “pescar” a los desobedientes?
Nuevos trabajos para los que tengan carnet del partido, digo yo. Toma ya.
¿Qué será de esas frescas verduleras, llenas de buena voz y carnes, que animan al personal comprador a que miren “la tomata” o de esas “pescateras” que tienen la cloxina más fresca de la “contorná”?
Si dicen que hemos de preservar la cultura popular y garantizar que los viejos barrios de pescadores no caigan en manos de los especuladores del suelo y del ladrillo.
¿Qué hacemos ahora, sino cercenar una parte de la expresión popular que forma, según los sociólogos y estudiosos, un retazo del constructo del alma del indígena local?
¿Han estado en Barcelona, en Madrid u otras plazas para documentarse?!No estamos en Alemania, coño!
Voto para que no voten el cambio del articulo 25. A mí no me molesta que griten la mercancía en el interior mercantil; prefiero que se ocupen de la limpieza de los restos en el suelo y así evitar que Doña Amparo resbale y acabe con sus santas posaderas en el suelo, al tiempo de generar un revuelo de ayes.
Honor y gloria a las voces debidamente entonadas y a las frases que las adornan. Es más, estoy por un concurso al estilo de la televisión e instaurar un premio a las más entonadas y graciosas de contenido.
No al mercado muermo, donde el silencio sepulcral lo va a convertir en un lugar cuasi religioso donde tratar las mercancías como piedras preciosas.
No veo al tomate de El Perelló o las sardinas adoradas en silencio, tomadas por unidades y elevadas a la categoría de ídolos convirtiendo la compra en un acto de sumisión alejados del extraordinario y culto regateo.
No a la reforma del 25. Soy una voz en el desierto.