¿ALGUN PARTIDO RECLAMA LA CROQUETA COMO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD?
A veces te desvelas y piensas. Digo aquí que pensar no cansa, no obstante, cuando “la madrugá” aprieta, si cuesta un poco, sobre todo si notas un poco de ardor en la garganta.
Yo me concentro en el ardor y se ve que eso es peor. Había cenado con jóvenes adoradores eternos de la pizza y yo caí en el engaño ya que estos devotos de la pasta la devoran acompañándola de algunas alitas de pollo y regadas con jarras de cerveza, o con alguna bebida gaseosa light, en una de esas terrazas de verano que parecía expuesta al Sol africano y cuyas sillas incomodas mantenían todavía el rescoldo.
El constante reflujo gástrico en plan hernia de Hiato, me llevó a considerar si eso de la dieta mediterránea era un cuento para nutricionistas o era que había desaparecido del mapa alimenticio por ser antigua y muy sencilla y difícil de hacerla acabar en “ing” como parece que ahora acaba todo.
Las gentes se dan al surfing, están “playing, y los niños jumping(saltando) y entretanto no “crying” (llorando) y hay mucho tipo “watching” (mirando)…pero veo poca gente “writing” escribiendo y ninguna haciendo “croqueting”.
Nadie sale en la defensa de la croqueta como ejemplo sublime de la mesa ancestral, como recurso definitivo para la reutilización de recursos.
Yo sé que este diario dispone de expertos relatores en cocina y Paula Pons. Jesús Trelis y Pedro G. Mocholí tienen en mi a un seguidor devoto; estoy seguro de que ellos han hablado y saben mucho del hábil manejo de las manos para elaborar una croqueta y disponen de recetas magistrales con las que deleitar a paladares que están hasta el moño de tanto “ing” y de tanta hamburguesa, comida japonesa o china.
Rompo una lanza en favor de las croquetas de mi abuela e incluso de las de mi madre, aunque eran un poco menos trabajadas porque se ve que tenía menos tiempo y además tenía que aguantarme a mí que no soy moco de pavo.
Si vamos a croquetas y a abuelas estoy seguro de que muchos entrarían en discusión a la hora de defender a su abuela como la mejor del mundo y a las croquetas que ella hacía como únicas. Yo no quiero discutir. Cada uno que se quede con su copla.
Elevo este asunto a una cuestión de política nacional, incluso sobre los casos de corrupción que son tan diversos, plurales y se ve que necesarios para el sustento de quienes los ejecutan y para quienes damos cuenta sobrada de ellos.
La cuestión es elemental. ¿Alguna formación política ha hecho defensa de la croqueta como forma de alimentarse con pocos recursos y al tiempo generadora de terapias de grupo para liberar las energías de los “ninis”?
¿Son los catalanes- ahora tan de moda- mejores croqueteros que mi abuela Socorro- que es cierto que se llamaba así y que era de Rueda -Castilla y partidaria de los comuneros?
Sé que muchos dirán que me tomo a broma este asunto y otros. Puede ser. Solo sé que estos días de calima y temperaturas extremas no debemos seguir” calentándonos” la cabeza porque explotaríamos.
¡Que Dios reparta suerte!