“Los ricos nunca pueden ser demasiados. Si muchos tienen mucho dinero, el dinero pierde valor. Y ya no es útil. Es así de sencillo”
Rubén Bertomeu
Vaya por delante que ver la serie basada en ‘Crematorio’ no exime de la obligación de leer la novela, obra maestra de la literatura española y radiografía compleja y profusa sobre lo sucedido en este país en los últimos años. Ahí donde la serie se muestra evidente, el libro sugiera; donde la serie se recrea, el libro reflexiona; donde la serie explota, el libro recoge cenizas. “Todo lo que en la novela yo intenté ocultar, no hacer, ellos lo tienen que exhibir y mostrar”, aseguró Chirbes durante el rodaje de la ficción, consciente de las diferentes necesidades de pantalla y papel.
Uno de los principales valores literarios de ‘Crematorio’ fue su capacidad de anticipación, cómo supo detectar la crisis económica y de valores que asolaba a la sociedad española. Y antes que ningún otro texto señaló los problemas que sacudían la Comunitat Valenciana, cuando aquí aún los políticos que dirigían estas tierras vivían como ricos y se gastaban el dinero que no tenían en eventos y grandes construcciones. La obra la escribió el escritor valenciano durante 2005 y 2006, cuando Zapatero andaba negando la crisis, y la publicó Anagrama en 2007 cuando la burbuja había explotado y las fachadas comenzaban a desmoronarse. La historia de Rubén Bertomeu, en la que podían reconocerse muchos hombres y mujeres que habían pegado pelotazos en los últimos años a costa de un mercado saturado y de unas cifras hinchadísimas, sacudía y despertaba las conciencias de quienes se acercaban a la obra. La crítica se volcó con ella. Fue merecedora de todos los premios. El productor castellonense Fernando Bovaira, promotor de éxitos como ‘Tesis’, ‘Mar Adentro’ o ‘Los otros’, se entusiasmó con aquel relato y compró sus derechos. “Retrataba la sociedad española contemporánea. Se intuía la acción. El reto era trasladar todo eso a un lenguaje de ficción televisiva”, indicó Bovaira una vez se anunció que el proyecto se llevaría a cabo.
Él vio la serie enseguida. A Jorge Sánchez Cabuzudo le costó más. “No sabía de dónde sacarla”, confiesa en las declaraciones grabadas en el ‘making-off’ de la producción. Y es lógico. El libro se construye a través de monólogos interiores y se detiene en las reflexiones morales sobre los acontecimientos, así como en otras cuestiones políticas o existenciales. La serie prescindió de ello y buscó la historia. La de Rubén Bertomeu, un constructor sin escrúpulos que se dedica a hacer negocio y a acumular dinero y poder a costa de construir en la costa mediterránea, sin importarle los métodos que deba utilizar para lograr sus objetivos. “En un principio no vi muy bien por dónde meter mano a la obra, pero pensé en la posibilidad de desarrollar una trama tomando el esquema de la novela de un personaje por capítulo”, afirmó el director, que escribió el guión junto a su hermano Alberto.
La novela de Chirbes era un testamento de un modelo de vida que arruinó a un país. La serie se independizó y creó un argumento propio del género negro, con retazos de cómo el poder corrompe, la política se deja seducir por los corruptos y la ambición va más allá de los lazos de sangre o amor. El accidente de unos empleados de la funeraria es el acontecimiento que va a marcar el punto de inflexión a partir del cual la serie se va a desligar de la novela para ir construyendo su propio universo. Tras el accidente, la policía comenzará a desmantelar la trama de corrupción que subyace bajo la empresa de Bertomeu, según explican varias estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos I en una investigación que establece las diferencias de literatura y la ficción. “La transposición que hace de la novela entraría en lo que Wolf llama ‘textos reinventados’, es decir, Sánchez Cabezudo toma el texto como un trampolín que le permitirá a la serie saltar a otro espacio, propio e intransferible, que es el del lenguaje cinematográfico”, añaden.
Así ‘Crematorio’ se articula en torno a personajes que rodean a Rubén y que acaban siendo víctimas de él, cada capítulo se centra en uno, haciendo uso de ‘flashbacks’ para explicar bien la relación entre ambos. Y la última víctima será el propio Rubén, víctima de sí mismo.
‘Crematorio’ se divide en ocho episodios y se convierte en un soberbio retrato sobre la decadencia de una sociedad, entregada a amasar fortunas que no le correspondían y ciega a propósito para no ver los delitos que se cometían a su alrededor. ‘Crematorio’ habla de una fiesta de la que disfrutaron muchos sin reparar en gastos ni consecuencias y de la que otros sufrirían la resaca más tarde. “Daré trabajo a mucha gente y por el camino todo el mundo se llevará su parte”, dice el personaje principal en una frase que recoge la filosofía primordial en los años del boom inmobiliario, en los que las costas empezaron a crecer verticalmente a un ritmo endiablado. Los referentes audiovisuales están claros. Están ‘Los Soprano’, está ‘The Wire’… “Tuvimos muy presente ‘Las manos sobre la ciudad’, una película de Francesco Rosi del año 63, que ya planteaba el tema de la corrupción inmobiliaria en Nápoles, con un concejal Edoardo Nottola interpretado por Rod Steiger, que pensamos que tenía mucho que ver con el Bertomeu de Chirbes”, aseguraba Sánchez-Cabezudo en una entrevista al portal Vayatele. La serie tomaba valor propio y se desligaba de la paternidad de Chirbes. “No estaba dispuesto a dársela a cualquiera, pero tenía claro que una novela es una novela y una película, una película. El escritor que vende sus derechos piensa que no se va a cometer una barbaridad y piensa en que le paguen y así tengo para medio año más de vida. Tampoco te crean que tiene uno oportunidad de ganar dinero sin corromperse”, declaraba el escritor en un reportaje de Canal Plus.
La producción requería de parámetros especiales. No iba a ser un título convencional. Precisaba de un buen presupuesto, una duración equilibrada de cada capítulo y desarrollarse sin concesiones para agradar a todos los públicos. Canal Plus se antojaba como el lugar perfecto para emitirse, sin la dictadura de los índices de audiencia detrás. La plataforma había iniciado la búsqueda de formatos de ficción arriesgados y diferentes y tuvo como resultado tanto este producto como ‘Qué fue de Jorge Sanz’. Dieron libertad creativa y dejaron claro que querían algo diferenciado de lo que se hacía en otras cadenas. Más de cinco millones de euros se invirtieron en esta producción, que se rodó en localidades alicantinas como Elche, Benidorm, Novelda, Altea, Calpe, El Campello o Santa Pola. Se ofreció entre marzo y abril de 2011 por Canal Plus en capítulos de 50 minutos (las series convencionales españolas duran más de 70). La cabecera, con canción de Loquillo, ya anticipaba aspectos de la serie y estaba construida como una declaración de intenciones con sangre, tierra y cenizas, que era lo que más tarde serviría la ficción. La Sexta se hizo con los derechos de emisión y la programó en enero de 2012 con resultados discretos (en torno al 5%). No era un producto ideada para acaparar grandes audiencias, sino para crear marca y ganar al espectador más exigente.
Más allá de la radiografía de la sociedad, ‘Crematorio’ es una serie de personajes, con una fuerza increíble, que forman un abanico de personalidades y de actitudes ante un problema o forma de vida. El eje principal es Bertomeu, que interpretó magistralmente Pepe Sancho, como un cabrón que se ha hecho a sí mismo y al que no le pesan los cadáveres que acumula. El protagonista es un antihéroe, pero el espectador no puede evitar entenderlo en ocasiones, reconocerlo y solidarizarse con él. “La serie debía hacer honor al personaje de la novela”, confesaba el director. Y lo hacía. Lo mostraba duro e insolente, pero a la vez frágil y vulnerable, una combinación llena de matices y contradicciones.
Igual de ricos son los personajes que le acompañan, poco expresivos todos, cargados de miserias particulares, perdidos en un modelo social que les ha sobrepasado. Alicia Borrachero interpreta a la hija, que rechaza la actitud y maneras de su padre, pero en el fondo se comporta como él, dejándose mantener por un dinero que ella sabe sucio y engañando a los de su alrededor (su propio marido, su hija) para buscar su felicidad particular. La novia joven de Bertomeu (Juana Acosta) es vista por todos como una cazafortunas que aprovecha su físico para logar un puesto en la sociedad. Ella es consciente de este factor y de las armas con las que puede jugar, pero quiere más. Ansía el dinero, pero también el corazón del protagonista y está dispuesta a demostrárselo de cualquier forma. La nieta (Aura Garrido) juega a la rebeldía y desempeña el papel de pobre niña rica, que acepta regalos de su abuelo, que se enfrenta a su madre y que no duda en ser mimada en un paso por la vida temerario y sin valores. Manuel Llorens (Manuel Morón) es codicioso y miserable. Trabaja como asesor urbanístico del ayuntamiento y ambiciona ser Bertomeu, aunque la falta fuerza y coraje para emularlo. Zarrategui (Pau Durá) es eficaz y desempeña el papel de congruente en esta trama, y huye de cualquier debate moral a la hora de abordar su labor como abogado del protagonista. Todos se relacionan, se enfrentan, se queman, tratan de salvarse de llegar al crematorio.
Editada en DVD y dentro de la plataforma Movistar + la serie es uno de los trabajos audiovisuales más eficaces y con mejor acabados realizados en este país en lo que va de siglo y quedará para la posteridad como una obra imprescindible para los amantes del buen cine, del género negro, de los cirujanos de la realidad, de las tramas de misterio, de las historias sociales.
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