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Juan Sanchis

La película de la semana

Ocho escenas de película

Gran parte del imaginario popular contemporáneo se ha construido a partir del cine; ha conformado modos de vida, comportamientos, actitudes. Ha actuado como transmisor de ideas, como propaganda política. Y ha hecho reír y soñar. Si se piensa detenidamente hemos aprendido a besar viendo películas.  Y es sólo un ejemplo vanal. A continuación hay unas escenas que forman ya parte de la leyenda.

 

Centauros del desierto (John Ford, 1956)

Dirigida por John Ford e interpretada por John Wayne. Spielberg la considera que es la mejor película de la historia. La escena final sólo puede ser obra de un maestro y está cargada de simbolismo. John Wayne, que en cierta manera recueda al viaje de Ulises en La Odisea, abandona la casa solo después de cumplir su misión con su andar característico mientras se cierra la puerta indicando que su destino es ser un caballero errante en busca de su destino.

 

 

Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939)

Siendo como es una de las mejores películas de la historia, las escenas que forman parte del imaginario popular son numerosas. Pero la de Vivien Leigh cogiendo un puñado de tierra junto a un árbol escuálido al atardecer es quizá la de mayor fuerza.

 

Sed de mal (Orson Wells, 1958)

El inicio de esta obra maestra del cine negro es magistral. Un plano secuencia espectacular rodado con una grúa que se extiende durante varios minutos, quizá el más largo jamás rodado. La planificación y coordinación parece una coreografía de danza perfectamente interpretada y coordinada por actores, figurantes y técnicos. Toda una lección de cine que apenas dura tres minutos de uno de los grandes.

 

Gigante (George Stevens, 1956)

Gigante ha pasado a la historia porque ser uno de los prototipos de las grandes superproducciones hollywoodense típicas de la década de los 50, pero ante todo será recordada por ser el último trabajo de James Dean, que murió de accidente cuando aún no había terminado el rodaje y tuvo que ser sustituido por un doble en las últimas escenas. En la retina de todos queda la imagen del mito de Hollywood mientras mide con largas zancadas el trozo de tierra de su posesión y en el que espera encontrar petróle0.

 

Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960)

A Alfred Hitchcock le encantaba jugar con el espectador. Y quizá en Psicosis consiguió rizar el rizo. Sólo a una mente tan enrrevesada se le puede ocurrir matar a la estrella de la película en los primeros veinte minutos. El asesinato de la ducha del personaje interpretado por Janet Leigh golpea al espectador como pocas veces ha ocurrido en la historia del cine. El montaje de la escena es brillante y característico de Hitchcock; planos cortos y rápidos que parecen ir al ritmo de las puñaladas. Y todo ello acompañado por la espléndida banda sonora de Bernard Herrman perfectamente adaptada a la escena.

 

El padrino (Francis Ford Coppola, 1972)

Una película mítica llena de escenas que forman parte ya de la cultura popular. Entre ellas se encuentra el montaje paralelo final, infinitamente imitado posteriormente, que contribuye a enfatizar aún más las escenas de la venganza de los Corleone, incrementa la tensión y facilita la narración de unos que ocurren paralelos en el tiempo.

 

E. T. (Steven Spielberg, 1982)

Es una de las mejores películas de Steven Spielberg. Treinta años después de su estreno sigue siendo de visión obligada y que reúne lo mejor de uno de los grandes maestros del cine. Muchas de sus escenas prmanecen en la memoria, pero me quedo con la de las bicicletas voladoras, el sueño de cualquier niño.

 

Casablanca (Michael Curtiz, 1942)

La película mítica entre los mitos. Con un rodaje lleno de anécdotas, con unos actores con un carisma y una química desbordante y una historia de amor eterno. Todo un cóctel perfectamente orquestado por Michael Curtiz. Las escenas míticas son innumerables. Acostumbrados a la dureza de Bogart, demuestra sus aptitudes como actor y consigue que su personaje se muestrea destrozado por el dolor del amor perdido. Es entonces cuando le pide a Sam que toque la canción de ambos mientras pronuncia entre dientes: “Si ella pudo soportarlo, yo puedo”. ¡Tócala!”.

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Sobre el autor

"¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine”. Así definía John Ford el Séptimo Arte y creo que no hay una mejor. El cine es lo que cada uno quiere que sea. Otro maestro, Billy Wilder, afirmó que "Si el cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el cine ha alcanzado su objetivo". No hay más que añadir.


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