LA CHISPA
De mesas y sillas
Carlos Pajuelo de Arcos
La mesa y la silla son dos objetos-concepto ancestrales a los que el hombre ha llegado, supongo, tras la incomodidad de sentarse en el suelo y comer sobre el mismo y tras largas meditaciones de avances tecnosociológicos llega a colocar esas mesas y esas sillas al borde, o cerca, para ver mejor, el mar del Saler y la Malvarrosa
Y ahí están tan ligeras, tan espectaculares, esperando que las posaderas de miles de valencianos, entre ellos yo, podamos ver el azul suave en su movimiento rizado de blanco por arriba con un fondo de palmeras metálicas llamadas grúas que se adivinan quietas en domingo. Descanso fructífero del ajetreo.
Los paseos marítimos están también ahí como fruto de la conquista civilizadora en constante avance contra los parásitos- como es el caso del recién descubierto por el científico de Cullera el Sr. Palomares.
Es microscópico y está ahí en las dunas, el nematodo en cuestión está ahí, en su hábitat, a lo suyo. ¿Y nosotros? También estamos ahí desde hace décadas.
Estamos a lo nuestro; mirar, jugar, sentarse, comer una paella, tomarse una sangría como hacen en paz los andaluces y estamos en eso cuando llega una cosa llamada Demarcación que nos señala con el dedo acusador del abuso, es el dedo índice, y se ve que dice: “hasta aquí hemos llegado humanos del Mediterráneo levantino” o sea nosotros.
La tierra es del viento ZP dixit. Las mesas y las sillas nuestras. Demarcación de Costas dixit también. ¡Que les den, digo yo!
Al parecer en la partición de la India de la que resultó luego la propia India y Pakistán, un dedo como el que digo, partió en un mapa la tierra aquella y aún siguen dándose de leches. Gentes que habían compartido la mesa y la casa fueron separadas por la delgada línea roja de un dedo demarcatorio.
No hay que buscarles tres pies al gato de que si nos tiene manía, de que si este partido en el Gobierno nos ahoga. Nada.
Está claro. Un día el tipo de Madrid o destinado aquí no encontró mesa porque estaba todo lleno y ahora desaloja. ¡Desalojen!. Son demasiado felices. ¡Buenos días!.