Los pequeños detalles son los que mejor radiografían el perfil político. Las cosas más nimias descubren que el interés general nunca estará por encima del particular.
El viernes pasado, 12 de julio, el PP valenciano convocó a su comité ejecutivo. A las seis de la tarde. Hora de paseo.
Con mi motocicleta me acerqué a la calle Quart, donde se ubica la sede de los populares valencianos, y me encontré con lo de siempre.
Allí hay zona azul. Ese invento que sirve a los Ayuntamientos para recaudar dinero porque parece que no es suficiente con pagar el impuesto de circulación. Un área en el que hay que rascarse el bolsillo porque de lo contrario te exprimirán la cartera vía multa.
Al llegar, un mar de vehículos oficiales copando las plazas en zona de pago y el resto, estacionados sobre la acera. Los chóferes, en corrillo, apurando el cigarro en amigable tertulia veraniega.
Mientras tanto, los ocupantes de las berlinas de lunas tintadas escuchaban a su líder, Alberto Fabra, y se quedaron ojipláticos después de que el alcalde de Castellón, Alfonso Bataller, y Asunción Quinzá, que mataría por Serafín Castellano, criticaran la delgada línea roja del presidente contra los imputados.
Como la reunión se alargó, me di un garbeo y sin disimulo miré en los salpicaderos de los vehículos oficiales. Ninguno de los coches que campaban a sus anchas llevaba el justificante de pago de la O. R. A. Estuvieron allí aparcados más de una hora ocupando varias plazas destinadas a ciudadanos paganos con la barra libre de no gastarse ni veinte céntimos de euros para sacar el resguardo, colocarlo en el coche y disimular.
Los que no encontraron sitio aparcaron encima de la acera porque les dio la gana ante la inacción de varios policías locales que estaban allí como si no pasara nada.
Tras la reunión, sus excelencias, ilustrísimas o lo que sean se subieron a los coches y se largaron de allí ufanos.
Es una desfachatez. Razones:
Detalles de este tipo demuestran que todos los ciudadanos no somos iguales. Pequeñas cosas que generan grandes cabreos. Ingredientes que aliñan la desafección por la política y los políticos.
Cada día, la labor de Javier Sánchez ‘El cazador de coches oficiales‘ me parece más necesaria.