Atrincherado en sus estudios Stardust, Sergio Devece se ha convertido en uno de nuestros productores más inquietos y frecuentados
A los 15 años pisó por primera vez un estudio de grabación. Eran los Macro Estudis de Meliana. Aquel día, entre tanto botón, cable, amplificador y micrófono, Sergio Devece quedó fascinado. Algo en su cerebro hizo click, e inmediatamente supo a qué quería dedicar el resto de su vida: «Decidí estudiar sonido, música y aprender a tocar varios instrumentos, para saber hacer arreglos con cada unos de ellos. Fue amor a primera vista», asegura ilusionado. Desde entonces, hasta ahora, la nómina de artistas que han pasado por las manos de este productor de personalidad abrumadora, carismática e hiperactiva es increíble: Perro Grande, Galavera, Galope, Podenco, Spheniscidae, Le Garçon Rêvé, Lauda, España, Sr. Chinarro, Javier Corcobado… «Es una suerte poder trabajar en géneros distintos. También lo he hecho en otros estilos como jazz, flamenco e incluso copla. Por mi manera de funcionar, en la que intento estar cerca de los músicos y entenderlos, no paro de aprender cosas de todo aquel que pasa por mi casa. Al artista hay que escucharle atentamente y empaparte de lo que quiere y de lo que está diciendo; ponerte en su piel».
La casa a la que se refiere Sergio no es otra que los estudios Stardust, para algunos, una especie de santuario sonoro valenciano: «No creo que sea algo distinto al estudio de Carlos Ortigosa o al de Dani Cardona, por poner dos ejemplos de personas apasionadas por su trabajo en esta ciudad, que hacen las cosas con el corazón. Desde luego para mí y para los que vivimos Stardust día a día, lo es. Pero repito, no más que cualquier sitio donde se ame y se respete la música. Queremos hacer cosas que revuelvan los interiores a los que las escuchen; que piensen, que sientan, que se apasionen, que se bloqueen. No sé si lo conseguimos, pero desde luego ponemos todo nuestro corazón en ello».
Sin apenas huecos en su agenda, Devece afirma tener un recuerdo muy claro de todos y cada uno de los proyectos en los que se ha sumergido. Por una parte, se considera seguidor de la vieja escuela, está convencido de que cada elemento de la cadena (compositor, músicos, técnico, ingeniero y productor) es insustituible. No obstante, teniendo en cuenta que las reglas han cambiado, es consciente de que, por cuestiones de presupuesto, esa manera de funcionar es prácticamente irrealizable: «Eso hace que los discos actuales carezcan de muchas cosas, y que las grabaciones de hace 40, 30 y 20 años suenen como suenen: con personalidad y distintas a las de hoy. Mi colaboración siempre es total con el artista. Hay que ver qué quiere y ver qué puede hacer, ya que a veces es incompatible lo uno con lo otro (cada vez menos), y a partir de ahí tratar de conseguirlo. Los músicos tienen, hoy por hoy, un conocimiento increíble a nivel técnico, y la mayoría sabe cómo quiere sonar. Partiendo de ahí, mi papel es el de respetar ese sonido al máximo; es decir, ejercer de ingeniero. Hay otras bandas que se ponen en mis manos y me eligen como productor musical; entonces sí que soy más incisivo con los sonidos, los arreglos y la manera de ejecutarlos. Un ejemplo serían Lauda o Le Garçon Rêvé».
Todavía con el recuerdo fresco de uno de los últimos y ambiciosos proyectos en los que se ha visto involucrado, el homenaje a Tos Felpudo (Subterráneo, 1998), el mítico trabajo de los descacharrantes Felpudo Tos («recuperar ese disco era algo necesario para dar a conocer a las nuevas generaciones del underground estas flipantes canciones que fueron germen de un sonido y una manera de ver la música actual»), y optimista a la hora de evaluar el momento que vive la música valenciana («duraderamente efervescente»), Sergio sigue combinando, sin descanso, su labor a los mandos de la mesa de mezclas, con su pasión como intérprete: «Mi carrera como músico y mi carrera como productor han ido siempre en paralelo. Evidentemente tocar con ocho bandas, como hago yo, te deja poco tiempo para producir, pero siempre encuentro el hueco. Te pongo un ejemplo: este verano tengo unos 20 conciertos y tengo cuatro discos para producir. Es cuestión de organizarse». Efectivamente, nuestro protagonista anda la mar de atareado. Durante los próximos meses, será un poco complicado quedar a tomar una cerveza con él. Las próximas fechas verán su concurso sobre el escenario, con proyectos tan destacables como Mist, el propio Javier Corcobado o La Muñeca de Sal, cuyo retorno discográfico se concretará, después del verano, a través del sello Malatesta Records, con el disco 8:10, ya grabado, al que seguirán otros (de hecho, la banda ya anda metida en el estudio de nuevo). ¿Que cómo será capaz de aguantar toda esta avalancha que se le viene encima el bueno de Sergio? Sencillo: Subido a un escenario: «Sin la adrenalina del directo y las giras no sé si sabría vivir», sentencia.
Tres discos históricos
Kind of Blue (Columbia, 1959)
«Me parece una producción increíble [a cargo de Teo Macero e Irving Townsend] por lo que supuso en el sonido. Se trata de una verdadera genialidad»
Hunky Dory (RCA, 1971)
«La experimentación y cómo se utilizó la última tecnología de la época es simplemente magistral. Tony Visconti hizo un trabajo descomunal»
Factory, EMI, Virgin…
«Es un absoluto genio». Productor, entre otros, de Joy Division, Buzzcocks, Magazine, Nico, OMD, Happy Mondays, The Stone Roses, U2, The Psychedelic Furs…
La lectura de la semana
El oro y el fango (Efe Eme, 2015)
En el disco Lo siento, Frank (Dro East West, 2003), el imprescindible Ariel Rot cantaba en su Hoja de ruta aquello de «cuando nos abandonan, la vida parece un tango; entonces buscamos consuelo en el oro o en el fango». Unos años antes, el genio argentino, creador compulsivo, ya apuntaba, en una maqueta recuperada posteriormente, por dónde irían los tiros: «Oh, ahí va la vida, uh, la pena y la alegría, un día roto, un día tango, como el oro y el fango». El oro y el fango, efectivamente, es un tema del ex de Tequila y Los Rodríguez. El mismo que protagonizó uno de los libros construidos con minuciosidad por Juan Puchades en 2003, Sin vuelta atrás: Conversaciones con Ariel Rot. En definitiva, el lector comprenderá que Puchades vendría a ser uno de nuestros periodistas que más conocimientos atesora sobre la cultura musical hispana. Y lo es. Sus volúmenes sobre Loquillo (2001) y la magna obra Peret. Biografía íntima de la rumba catalana (2011) son tan sólo dos muescas en el revólver sonoro del crítico valenciano, curtido en mil batallas y responsable, entre otras cosas, de haber liderado el proyecto editorial Efe Eme en sus diferentes formatos.
Décadas de experiencia profesional y un conocimiento supino de los entresijos de la industria musical iberoamericana justifican de sobra la importancia de los artículos que Juan ha venido cincelando con mimo, pero sin pelos en la lengua, contundente, en la edición digital de Efe Eme, ahora recogidos en un volumen que también incluye otros textos del autor. Un ejercicio de honestidad brutal, no exento de polémica y mucho sentimiento, que no tan sólo bucea en temas de cariz netamente histórico, sino que trata de entender los vertiginosos cambios de esa industria y profundizar en los vericuetos de una profesión de penas y alegrías.