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Jesús Trelis

Historias con Delantal

Los crímenes del Restaurante Ciro

HISTORIAS CON DELANTAL
PRESENTA:

  #10tuitsasesinos y #2porqués

Con Restaurante Ciro (Rascanya 16) y
Xabier Gutiérrez (‘El Aroma del Crimen’, Ed. Destino)

mano a mano en:

Seguir a Mister Cooking

→Fuego, humo, brasas. Hierros incandescentes. La carne exaltada. Las morcillas amotinadas. “A por él”, gritaron. El chef acabó en la parrilla

#1tuitasesino

 

Pulsé a enviar y mi tuit salió volando. Como un pajarillo. Quizá como uno de los pajarillos que anidaban en mi cabeza desde que me enganché a la lectura del libro de Xabier Gutiérrez. ‘El aroma del crimen’ había estimulado mi locura creativa (tantas veces disparatada) y me sentía más míster Cooking que nunca. Peligrosa amenaza: Historias culinarias descarriladas.

A los espías nos gusta meternos en esas historias de ficción que escribe gente como Xabier y que hablan de cocinas y cocineros engullidos por tramas trepidantes. Delirantes. Sexo, tensiones, crímenes, dinero… y buena comida. ¡Qué más se puede pedir! El Aroma del Crimen tiene de todo eso. “Está genial  que me inviten a conversar con el señor Gutiérrez y el amigo Paco Alonso sobre asesinatos en la cocina”, rumié jugueteando con el libro como si fuera el mismísimo Batman

Foto cortesía de Xabier Gutiérrez


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ese mismo día en el que la novela de Xabier me había atrapado definitivamente, tenía misión en el Restaurante Ciro. Ya sabes, lo nuevo de Julio Colomer e Inés Manzanera, esa pareja de hosteleros (él cocinero de los grandes, ella jefa de sala de primera) obsesionada con la felicidad. En transmitirla a su equipo, a sus clientes, al barrio…A su familia. Felicidad emplatada.

 

Me fui hasta  Ciro (en la calle Rascanya, 16) para hacer mi pequeño interrogatorio a la pareja, destripar su historia y dejar sobre la mesa su verdad para, después de conocer su secreto, volver a ocultarlo para que no fuera profanado. Y haciendo eso, hablando con ellos y comiendo sus viandas un jueves cualquiera, con el restaurante como siempre hasta la bandera, instalé sobre una mesa mis inquietudes y mi imaginación.

Sabía que la mezcla era explosiva. Que todo podía pasar. Era un espía atrapado por esa novela negra del gran Xabier Gutiérrez, dispuesto a probar los platos de este tal Julio, al que llaman El Auténtico. Sí, todo era posible. Hasta un asesinato entre una cochinita pibil y un bacalao con manitas. Un crimen, un espanto, en ese Ciro al que tanto ansiaba ir… Miré entonces al entrar hacia la cocina y sentencié:

→ En la nevera reposaban las pasiones. Alguien la abrió y una de ellas acabó destripada. Una pasión abierta en canal sobre una tabla de madera

 #2tuitasesino

 

 

Saludé a Inés, impecable. Miré una foto de Julio que conserva en una de las estanterías. Cuando tenía diez años. En ella aparecía  friendo huevos. ¡Para 300! Cosas de los campamentos. “Ahí empezó todo”, me confesó poco después. Allí empezó su aventura culinaria que tres décadas después le ha llevado a un mundo -su mundo- entre delantales impregnados de honestidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Olía a cigalitas con ajos tiernos. Se me hizo la boca agua. Y, pensando cómo estaba en la novela negra, me dije que si ese aroma continuaba… naufragaba:

→ Sacaron el plato. Se emocionó. Se aceleró. Un mar de saliva le inundó. Murió al instante. Se ahogó. Ni lo saboreó. Olía a salitre y a adiós.

 #3tuitasesino

 

Me senté en una de las mesas. Observé a un lado y a otro. A mi derecha, dos mujer mayores y un señor. Diría que los tres jubilados. Ellas saboreando una caña, como mandan los dioses. “¿Qué intriga de bajos fondos podría escribir sobre ellos?”, me pregunté. Miré hacia la pizarra que preside buena parte del local. “Ser garbanzo mola mogollón”, leí en ella. Me hizo gracia, la verdad. Ser un garbanzo debe ser divertido. O no tanto. Reflexioné. Maldita gracia te hará cuando te echen al agua hirviendo y empieces a borbotear entre burbujas incandescentes. El yacuzi del infierno.

Llegó entre mis divagaciones gastro-sádicas el primer plato: Cañaillas gratinadas con all-i-oli. Templadas, agradables en boca, perfectas en cocción, chisposas con ese toque del all-i-oli que te hacía cómplice de su historia. La magia de lo simple. Lo sublime de lo sencillo.

Como me costaba sacar uno de los cuerpecillos, vino hasta mi mesa un camarero de esos de quitarse el sombrero. “Toma, te será más fácil”, me dijo ese tal Javier (un tipo con mucho sentido). Cogí un afilado y largo palillo. Lo metí en ese mundillo que se esconde dentro de un caracol. Vi entonces la historia:

→Metió el pincho. Ella se resistía. Él insistió con saña. Ira. La cañailla salió y engulló el pincho, la mano, el brazo, el cuerpo. Y eructó

 #4tuitasesino

Pensé que había sido una suerte que los chicos de la Valencia Negra pensaran en mí para estar en la tertulia con Xabier. Eso sí, oculto bajo la piel de ese periodista de Provincias algo estirado y a veces atropellado. Los superagentes tenemos doble personalidad, ya sabes. Como Superman. Aunque a mí me va más el Batman… Pero el Batman-Comequesos 😈 que me encontré por el Carme…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Ceviche de bonito, me anunciaron a bocajarro, como los señores de la Mafia tratan sus asuntos privados :mrgreen: . Sentí lagrimitas de emoción en mis ojos. Casi me levanto a aplaudir. Me gusta el bonito, me atrae el ceviche y siempre me atrapan esas presentaciones que parecen jardines versallescos repletos de color, aromas, texturas…

 

Probé el plato y comprendí que lo de Julio Colomer era de otra división. Fue despeinar con el tenedor el jardín, llevármelo a la boca y estallar en mi cabeza un huracán de sabores explosivos, estallidos de ácidos, de fábulas dulces y al tiempo avinagradas. El frescor revoltoso que puede traer una pizca de chalota, unas florecillas que saben a cilantro, un crujiente inesperado… Y entre medio de todo ello, delicado, como el cuerpo dormido de una doncella sonrosada, el siempre amado bonito.

→ En mitad del lago me gritaba, con sus carnes desnudas: “¡Vente, vente!”. Fui. Abrió sus fauces y me descuartizó. Me eliminó. Bonito criminal

#6tuitasesino

 

El escenario del crimen, después de llevarse el cadáver 🙂


La tensión interna se aceleró. Ciro me conquistaba, el libro de Xabier no se iba de mi cabeza. Mis manos deambulaban por la libreta cuenta-historias desesperadas. Mezclaba ideas. Bonitos asesinos, cañaillas devoradoras, sabores maravillosos, cocina intuitiva plagada de tradición. Como en Ciro, lo mío era una fusión criminal de cocina y dentelladas asesinas. Cooking en ebullición. “Lo tengo claro… esto se llamará, Los Crímenes de Ciro“, escribí.

 

“¡Leches!”, grité entonces a mis adentros cuando Julio me trajo en persona esta bendición. ¡Preciosa composición, hermoso plato, mucha emoción!  “Blini cocido al vapor con panceta, cochinita pibil y algunas cosillas... está algo picante, potente… tengo una ayudante mejicana!!!”, me aclaró.

Ándale, qué rico estaba! “Para llevarse una docena”, pensé. Un plato de autor, casi más un bocado de ingenio con el rostro del mejor  Ciro reflejado. Para hacer con él canibalismo.

→Me miró, me sugirió, me atrapó, me cautivó, me besó, me enamoró, me sedujo, me excitó. La devoré. Tierna, dulce, fuego. A lo Hannibal Lécter

#7tuitasesino

Foto Archivo LP. Promocional.

El bullicio del Ciro me animaba. Me alegra ver sitios llenos, al completo. El local es cálido. Como ellos. Como Inés y Julio. “Quizá no está bien que hable de los crímenes de Ciro”, reflexioné. “Debería hablar de las glorias”, balbuceé ante la atenta mirada de los clientes que veían a un espía fotografiando, escribiendo, hablando, divagando… “Xabier, querido, ¿qué me están haciendo escribir?”, me dije sacando su libro y leyendo al azar entre sus páginas…

“El ballet del comedor se movía con habilidad al ritmo de la sala, mientras los bailarines de la cocina ..”, releí (pag. 88).

Foto cortesía de Xabier Gutiérrez

“Disculpe, Cooking, le dejo unas clótxinas con …”, me dijo una de las compañeras del equipo. Clótxinas con ajo laminado y una sopa de perejil y limón. Pétalos deshilachados y aromas, con un punto de mar acentuado, para mí perfecto. Quizá para otros no tanto. “Ciro es de primera”, reiteré. “Que me perdone tanto asesinato”, supliqué.

→Por las aguas verdes aparecieron sus cuerpos. Abrazados, entrelazados, enamorados, sin vida. Perfumados con limón. Cosas del amor prohibido. 

#8tuitasesino

 

Entendí entonces por qué aquel lugar, tomado por la luz natural y las maderas, estaba a reventar. Y reflexioné sobre lo que pensaría el trío de personas mayores que tenía a mi lado si supieran que, entre bocados, estaba escribiendo crímenes por resolver. Suicidios por amor y dentelladas de pasión transformados en tuits asesinos. Todo porque ese aroma del crimen del chef que se metió a escritor me había inoculado el gusanillo. El chef escritor y psicólogo. El cocinero que dirige la innovación en la cocina de Arzak. (Todos en pie).

 

En medio de mis locuras cookingniannas, aterrizó en mi mesa algo que podríamos decir que era pura belleza. A mí, un bacalao mostrado en todo su esplendor, me emociona tanto que siento que mi piel se abre como las escamas de un pez. Y me sumerjo con mis bronquios activados al cien por cien en un maravilloso océano de inmensos sabores. “Bacalao con guiso de manitas de cerdo y garbanzos“, me dijo. “La repanocha“, pensé.

 

→El rey, el mago, el hermoso, el faraón, el emperador. Sublime criatura que, entre aguas doradas, cayó envenenada por una sobredosis de sabor

#9tuitasesino

 

 

 

Mi cabeza fluctuaba por ese mundo extraño que había creado. Como si mi delantal volador se hubiese desbocado. En cada plato, en cada mesa, veía una historia. En cada cucharada, imaginaba un verso, un reverso, un tiro a la nada. Hasta que con los postres, llegó el final. La muerte dulce…

→ Fresa, canela y chocolate. Inesperada traca final que te roba el alma y la vende sin piedad al diabólico delantal. Tu vida vale un banquete 

#10tuitasesino

 

La pluma de Cooking rodaba por la mesa, la cámara de fotografías, el teléfono para tuitear, los platos que se acumulaban, un agua, una copa seca, el papel del antibiótico que me tocaba tomar por cosas de la edad… El Aroma del Crimen, por un lado; mi libreta, por otro. A mis pies, los restos de esa escalada de crímenes imaginados. El rey bacalao envenenado, la dama que me devoró de un zarpazo, la cañailla que engulle humanos… Allí estaba todo. La gloria de Ciro, el infierno del crimen. Lo canalla y lo divino. La cocina de Julio. El libro de Xabier. La vida esperándote. Me dije en medio de tanta gastrosofia:

EL CRIMEN ES NO VIVIRLA

LA VIDA

 Con las manos repletas de intrigas, dejé volar los pajarillos de mi cabeza (mis tuits) y volví con el delantal volador a la impasible y monótona estratosfera de la realidad.  Aunque… al llegar, en mitad del lago verde vi unos cuerpos flotando… Perfumados con limón.

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Y TODO ESTO PORQUE...

→El sábado 9, Mister Cooking tiene cita con Xabier Gutiérrez y sus Aromas del Crimen en Valencia Negra. Sala Ruzafa, a eso de las 19.30 horas. 

→El domingo 10 de mayo, HISTORIAS CON DELANTAL en papel te trae El informe secreto del Restaurante  Ciro. La historia de una pareja llena de autenticidad y que vive instalada en la felicidad como obsesión.

 

 

 

Cuentos con patatas, recetas al tutún y otras gastrosofías

Sobre el autor

Soy un contador de historias. Un cocinero de palabras que vengo a cocer pasiones, aliñar emociones y desvelarte los secretos de los magos de nuestra cocina. Bajo la piel del superagente Cooking, un espía atolondrado y afincado en el País de las Gastrosofías, te invito a subirte a este delantal para sobrevolar fábulas culinarias y descubrir que la esencia de los días se esconde en la sal de la vida.


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