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César Campoy

Banda sonora

Hacia la vida mínima

Le Garçon Rêvé presenta su segundo disco, ‘Eat your makeup’

 

En la segunda mitad de la década pasada, los cimientos de nuestra escena musical se tambalearon por culpa de una de las ofertas sonoras más rompedoras que, victoriosa, paseó por innumerables salas y festivales su portentosa puesta en escena. Aquellos Megaphone ou la Mort, a medio camino entre Valencia, París y Buenos Aires (la procedencia de sus componentes), estaban llamados a convertirse en una de las referencias indiscutibles de estas lindes hasta que, un buen día, su espíritu entró en una suerte de combustión espontánea. Mientras aquellas llamas sorprendían a propios y extraños, sonaba una banda sonora, la de Le Garçon Rêvé, uno de los temas de su primer elepé, Camarada Coma (2009). Y, de repente, en mitad de aquella humareda azulada, dos de sus miembros, John Martínez (voz) y Diego Summo (guitarra), emergieron y decidieron tomar la senda de la dignidad sónica. Así surgió Le Garçon Rêvé, una aventura, si cabe, más ambiciosa que, en 2014, se estrenó con un bello Songs for mediocre men vol​.​1 y que, ahora, retorna con un Eat your makeup, repleto (como viene siendo habitual) de referencias a otras artes (el título, sin ir más lejos, evoca a John Waters), y que podrá ser degustado por el personal el próximo 27 de enero en el Espai Llimera de la capital valenciana, en un concierto en el cual compartirán escenario con Raúl Moreno.

 

Dualidad. Por Rohan Thapa.

Si aquel Songs for mediocre men vol​.​1 fue grabado en los estudios Stardust, bajo la atenta mirada de Sergio Devece («fue como empezar otra vez de cero, queríamos que la gente conociera de qué iba este nuevo proyecto», asegura Diego; «le tengo mucho cariño a ese disco; es ya todo un ‘classic album’ en L’Horta Oest», añade John), ahora el dúo ha optado por Pares o Nones Records, lugar en el cual ha buscado el cobijo de Abra (Luna y Panorama de los Insectos), después de que algunos de los temas fueran tomando cuerpo en los caseros The Blue Mask Estudio de Diego: «Comenzamos trabajando en mi casa con unos medios muy precarios, y nos gustó cómo sonaba; de ahí que, en un principio, pensáramos en grabar todo el disco allí. Más tarde conocimos a Abra, y pensamos que en su estudio, con mejores medios, podíamos conseguir mejores resultados».

Ambos entes se unieron, pues, para producir un trabajo en el cual, según Diego, debían primar las guitarras acústicas, las baterías y los elementos electrónicos, y reducirse el efecto ‘banda de rock’. Esto explica que el dúo consiga irradiar, ahora, una sensación acústica que planea, cómoda, sobre bases etéreas y que, en ciertos pasajes, bebe del ‘lo-fi’: «Queríamos trasladar las canciones maquetadas, en el estudio casero, a un estudio con más medios. Esa era la intención, literalmente. Una reacción al sonido del primer disco. Buscábamos una captación más íntima de nuestra música», sentencia John.

 

 

En el trayecto, por cierto, algunas almas claras decidieron subirse al tren: José Luis Granados (al saxo, como en Songs for mediocre men vol​.​1), Fran Roldán (al violín), Paulo Santos (a la percusión) y Rebecca Amar (voz en Ode à mes nuits), vieja conocida de Le Garçon Rêvé, como recuerda John: «Efectivamente, nos conocemos desde hace muchos años. Mário Ferreira es un buen amigo. Con nuestro primer disco nos fuimos de gira por Portugal con Boémia Vadia (antiguamente Mediterranea Boémia). Cuando Diego me hizo escuchar la canción Ode à mes nuits no me veía cantándola, y pensé enseguida en la voz sensual y misteriosa de Rebecca. Y, por cierto, yo colaboro en el que será el álbum de debut de Boémia Vadia que saldrá este año». Diego aporta más información: «Sí, en el disco anterior participó Mário en el tema Nova Police, que quedó fantástico. Nos invitaron a Lisboa y lo pasamos muy bien. Son una gente maravillosa».

 

Entre Diego y John andan los tiros. Por Miguel Ángel Mengó.

Aunque los senderos parecen encauzarse hacia derroteros algo diferentes a los labrados con su primera criatura, no obstante, existen elementos en Eat you makeup que suponen un grado de continuidad. Uno, evidentemente, es la singular voz de John, marca indiscutible de la casa: «Tengo una voz melancólica con tonos bajos; no puedo luchar contra ella. Los ingeniosos riffs de Diego, pero también las letras que escribo, me dan pistas en cuanto a la melodía vocal. La búsqueda es espontánea. Las voces con carácter, peculiares, me suelen seducir: Peter Perrett, Daniel Darc, Marc E. Smith, Jeffrey Lee Pierce, Johnette Napolitano… Las imperfecciones me atraen», aclara.

 

Además, perduran algunas de las constantes que han conseguido dotar de una personalidad definida al proyecto: una elegancia y una melancolía que, según el propio John, surgen de manera inconsciente, instintiva, y son inherentes a su forma de expresarse: «La paulatina elegancia de David Sylvian me sigue cautivando. En cuanto a la melancolía, y parafraseando a [Andréi] Tarkovski (aunque no todo es cine realista ruso y dandi inglés en la casa victoriana de Le Garçon Rêvé): acentúo la oscuridad para poder apreciar mejor la luz». Diego añade: «Supongo que las melodías que me surgen con la guitarra, a John le sugieren letras en esa línea: elegante, romántica. Soy fan de los acordes menores y, así, con su inconfundible voz, termina de conformarse la obra».

 

 

Los discos de la semana

 

Pepé Cantó

Vida (PICAP, 2016)

El incansable viaje sonoro que viene disfrutando Pepe Cantó desde hace décadas como percusionista, en incontables proyectos de altura (Revólver, Miguel Ríos, Seguridad Social, Miquel Gil, Ximo Tébar, Presuntos Implicados), sigue su camino, ahora, dando rienda suelta a su condición de terreno fértil en el cual semillas sonoras venidas de rincones de todo el mundo son capaces de germinar. Ahondando en el surco labrado con aquel De aquí para allá, editado en 2015, el músico valenciano vuelve a tirar de virtuosismo optimista, y, con la luminosidad mediterránea como estrella de referencia, es capaz de crear ambientaciones muy efectivas que discurren entre el fiero Atlático (Na Costa da Morte), el Sur misterioso (Sol poniente en el Albaicín), la melancolía (Triste comme des albaes parisiennes) y, claro está, la tierra donde surge todo (Batrebeat del Cabanyal, A la voreta del mar).

 

L’Emperador

Alpinistes (Mésdemil, 2016)

Ahora bajo la producción de Paco Loco, pero todavía con la participación de Carlos Ortigosa, los de La Costera cierran un ciclo con este mini-elepé, Alpinistes, que, junto a su anterior Vuit vuitmils, acaba conformando el larga duración Manual d’instruccions per escalar una muntanya. Como era de prever, perduran esas ambientaciones grandilocuentes y épicas (también los textos que beben de situaciones cotidianas) que, a base de guitarras ampulosas y sección rítmica abrumadora, apenas dejan resquicios en los que se eche en falta elementos. Desde el brillo y la energía liberada que emanan de La nit més fosca, a las hipnóticas secuencias de Ballant a l’obscuritat, el círculo se cierra.

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Sobre el autor

Curioso por naturaleza. Más de media vida escribiendo.


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